La lenense María José Álvarez tendría ahora 61 años de no haber fallecido de forma brutal en uno de los atentados que ensangrentaron Madrid el 11 de marzo de 2004, hace ahora trece años. A esta mujer, madre de un niño, la muerte le cogió en un tren que había tomado, como cada mañana laboral, en la localidad de Alcalá de Henares, para desplazarse a su puesto de trabajo en la Viceconsejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Trece años después de aquella masacre, que segó la vida de 191 personas -más un GEO de la Policía Nacional fallecido en el asalto al pido del número 40 de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés (Madrid), donde los autores del atentado se suicidaron-, la familia de esta lenense criada en Villasola no olvida ni perdona. "Algo así no se supera, nunca se olvida. Cuando llegan estos días estamos mal", asegura Blanca Esther Álvarez González, hermana de la asesinada.

El aniversario del atentado la familia lo vivió en la intimidad. No atraviesa por su mejor momento, después de que la madre de la fallecida, Isabel González, sufriese un ictus. "Mis padres están viviendo este aniversario de forma regular", añadió Blanca Álvarez.

Los trece años del atentado han coincidido con la excarcelación de algunos de los autores del atentado. A finales de enero fue excarcelado Youssef Belhadj, alias Abu Dujanah, tras cumplir doce años de cárcel, y el próximo martes, día 21, saldrá de la prisión de Asturias Hamid Ahmidan, condenado por la Audiencia Nacional a 23 años que el Tribunal Supremo redujo más tarde a trece. Estas excarcelaciones están ahondando la herida de las familias de las víctimas. "Nos parece mal. Así es la ley, pero no hay justicia", cree Blanca Álvarez. Esta familia siempre consideró "demasiado blanda" la sentencia del 11-M.

Junto a María José Álvarez fallecieron otras dos mujeres de origen avilesino por parte de madre, las hermanas Marta y Nuria del Río, de 40 y 38 años, que dejaron tres huérfanos. También murió Iris Toribio Pascual, un joven de veinte años cuyos padres, Pablo Toribio y María Dolores Pascual se instalaron después del atentado en el concejo de Nava. También estas familias han vivido con dolor el aniversario de la masacre, que siempre desean que "pase pronto", como decía el padre de las hermanas, Juan del Río Munguira.

Desazón

Para los supervivientes de la masacre, la fecha del 11-M es un recordatorio de que están vivos de milagro, como el avilesino Luis Ramón Postigo, de 63 años, quien cree que la tragedia le ha hecho "mejorar como persona", ver la vida de otra forma. Este biólogo ha tenido que volver a trabajar en Madrid, algo que quería evitar a toda costa por la fobia que le despierta, según uno de sus hermanos residentes en Asturias.

Postigo quiso trasladarse a Asturias -de hecho estuvo viviendo un tiempo a la región-, a Oviedo o Avilés, cualquier lugar con tal de dejar Madrid. Pero no pudo conseguir el trabajo que estaba buscando, con la consiguiente sensación de decepción y abandono por parte de las autoridades. Junto Postigo, que arrastró graves lesiones y cayó incluso en depresión, también resultó herida la economista gijonesa Montserrat Maestre, que también se considera afortunada.

Todo los años, Postigo enciende una vela aromatizada en recuerdo de la tragedia en la que se vio envuelto.