Siete maestros, grandes investigadores, muy buenos docentes "que supieron complementarse para construir un verdadero grupo académico". La Universidad de Oviedo rindió ayer homenaje a siete químicos que contribuyeron a convertir la Facultad de Químicas en un referente nacional. Algunos nos han dejado, todos muy prematuramente; otros, recibieron ayer de primera mano el cariño y el reconocimiento de quienes fueron -y son- sus compañeros y alumnos.

Cada cual en su área de trabajo (química inorgánica, orgánica, física o analítica), esa complementariedad a la que se refería en el acto el rector de la Universidad, Santiago García Granda (ayer en su casa), no habría tenido mayor trascedencia si el trabajo de los recordados José Virgili, Fermín Gómez Beltrán, Lorenzo Pueyo y José Barluenga, no hubiera estado presidido por el trabajo bien hecho, "que ha sido el común denominador de nuestros homenajeados", señaló la directora general de Universidades, Cristina Valdés.

Vicente Gotor, Alfredo Sanz Medel y Víctor Riera tuvieron la oportunidad de descubrir las placas que unirán sus nombres a tres aulas de la Facultad. Las de sus compañeros fallecidos fueron descubiertas por sus viudas, hijas y nietos. Hubo emoción en grandes dosis y un reconocimiento a la Universidad de Zaragoza, auténtico vivero del que provienen cinco de los siete profesores reconocidos ayer por sus méritos.

"Los siete nos han dejado una huella imborrable", señaló la decana de la Facultad, Susana Fernández. "Este es un tributo a siete grandes profesores para quienes la Facultad de Químicas fue el motor de sus vidas".

El periodista Antonio Virgili, nieto del exrector durante trece años José Virgili Vinadé, lo definió como "ejemplo de trabajo". "Quería una Universidad humana, de relaciones intensas donde los alumnos tuvieran nombres y apellidos y no fueran un número en la lista".

El profesor Miguel Ferrero dijo del exrector Vicente Gotor que "ha contribuido al auge espectacular de la química en España".

"Llegué a Oviedo un 7 de octubre de 1977 con mi mujer y un guaje de 3 años", recordaba Gotor, feliz porque "tras ocho años en el rectorado, con luces y sombras, este departamento me recibió con los brazos abiertos". La placa con su nombre en el Aula 12 va dedicada a su esposa Rosa.

Alfredo Ballesteros se refirió a José Barluenga como hombre "de ideas fijas y metas claras", un maestro "que supo crear escuela" por la que pasaron unas 200 personas "a las que exigió laboriosidad y rigor". Su viuda Mari Cruz agradeció "a todos los que comprendisteis, quisisteis y estuvisteis al lado de Pepe".

El propio rector García Granda fue el encargado de glosar a Fermín Gómez Beltrán, "profesor, maestro, colega y cómplice". Su viuda Carmen, acompañada de su nieto Jorge, le recuerda como "un gran universitario y un gran humanista, que siempre inculcó el valor del esfuerzo y del trabajo bien hecho. Quería a la Universidad más que a su vida".

Gotor habló de otro grande: Víctor Riera. "Él, su mujer Irene y sus hijos Víctor, Pepe y Lucía fueron mi familia de acogida en Valladolid". Gotor y Riera -éste como catedrático- recalaron en la Universidad de Oviedo el mismo año, 1982. "Su labor científica es excepcional, y su labor docente, magistral", apuntó Vicente Gotor. Riera recordó a Barluenga "con quien trabajé duro y codo con codo".