Extender el periodo de juventud para atajar las enfermedades que hoy acortan la vida. Ésta fue la tesis que desgranó ayer la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco Marhuenda (Alicante, 1965), en la segunda sesión de la Semana de la Ciencia organizada por LA NUEVA ESPAÑA, bajo el título "La Ciencia reta al envejecimiento: hacia un futuro sin enfermedad".

La autora del libro "Morir joven a los 140" se autoproclamó defensora de lo que los expertos han dado en llamar el gen de la juventud celular, vinculado a la telomerasa -presente en estados embrionarios del individuo-, que presenta un efecto menguante en el envejecimiento celular, según han podido comprobar en el CNIO. "Si se lograra modificar ese gen (el que regula la telomerasa) se retrasaría la aparición de enfermedades y aumentaría el tiempo de vida media", indicó.

El germen de muchas patologías actuales, según Blasco, está precisamente en el proceso de envejecimiento. "Ahí está la clave de muchas enfermedades degenerativas, cardiovasculares o del propio cáncer", especificó. "Si somos capaces de frenar los procesos de envejecimiento, podremos atajar las enfermedades que hoy nos matan", abundó durante su intervención, con una sala, como en la jornada anterior, hasta la bandera.

La directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas expuso que la longevidad puede considerarse como un asunto muy flexible. Lo explica la propia naturaleza, que ajusta de manera natural lo que los científicos denominan como tiempo de vida saludable. En humanos es raro que esa etapa se prolongue más allá de los cuarenta o cincuenta años, pero las ballenas pueden alcanzar hasta los 200 años de edad máxima y los hay que suman hasta 420, como el tiburón que se dató en Groenlandia recientemente. Las ostras pueden llegar incluso a los 500 años, enumeró la conferenciante, sin olvidar las milenarias secuoyas estadounidenses que tal parecen tener el elixir de la eterna juventud. "Hay especies capaces de mantenerse jóvenes muchos años", argumentó.

Desentrañar cómo son los procesos de envejecimiento y adelantarse a ellos para prevenir enfermedades y alargar el tiempo de vida saludable es uno de los retos de la Ciencia. Blasco trató de remover conciencias cuando aseguró ante el auditorio que "no es una locura" tratar de entender que la muerte es algo evitable en el sentido de que se pueda alargar más allá de la media actual. "Las enfermedades y la muerte se producen por procesos fisiológicos que es fundamental conocer para vivir más tiempo y en buenas condiciones de salud", aseveró.

Abundando en la flexibilidad de la naturaleza que hace que un ratón sea capaz de sobrevivir hasta 3 años en lo que los científicos denominan condiciones de un hotel de cinco estrellas -el laboratorio- mientras el murciélago puede sobrevivir hasta 40 años evidencia que existen mecanismos para regular el tiempo de vida máxima. "En las dos últimas décadas se ha estudiado el envejecimiento al más alto nivel", subrayó la bioquímica y discípula de Margarita Salas, María Blasco.

El origen de las enfermedades más mortales en pleno siglo XXI, apuntó, se halla precisamente en cómo envejecen nuestras células. Ese proceso tiene su origen en la erosión de los telómeros, la estructura que protege nuestros cromosomas. "Eso hace que pierda su estabilidad el genoma y las células madre dejan de tener capacidad para regenerar tejidos", señaló la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, quien atribuye una de las causas del envejecimiento al "acortamiento telomérico", tras los experimentos realizados hasta ahora. "Cada vez que una célula se multiplica, los telómeros se hacen más cortos", indicó. Como antídoto está la telomerasa, una enzima capaz de revertir ese proceso y alargar los telómeros.

En el laboratorio, los investigadores del CNIO han podido constatar que un ratón que se moría a partir del año de vida de cáncer, con telomerasa se alargaba el final de su vida tres veces. El reto en humanos pasa por repetir, como con los roedores, que se haga más lento ese acortamiento de los telómeros y, por tanto, el envejecimiento del individuo. Sea de la condición que sea. En la detección de ese proceso ya están trabajando desde la Fundación Pasqual Maragall. "Dos décadas antes de la pérdida de memoria ya se puede detectar que se está produciendo un proceso de alzhéimer. De ahí la importancia de tratar pronto estas enfermedades. El cáncer que se detecta demasiado tarde es difícil de frenar", aseveró.

Procesos como el cáncer, derivados del envejecimiento celular, crecerán más a medida que aumente la población mundial por encima de los 65 años. Si en 2009 eran un 17% los españoles que se encontraban en este grupo de edad, la proyección para 2050 es que representarán un tercio de la población del país. "Si somos capaces de atacar el proceso molecular que deriva en el envejecimiento seremos capaces de parar la enfermedad", señaló Blasco.

El objetivo de la Ciencia hoy pasa por llegar a fármacos que permitan activar al telomerasa y, por tanto, aumentar el periodo de vida sin enfermedad. "Si retrasamos el envejecimiento, habrá menos casos de cáncer", han constatado en el CNIO.

La directora de LA NUEVA ESPAÑA, Ángeles Rivero, destacó la potencia científica de María Blasco, "una mujer que está poniendo todo su talento para que podamos llegar en condiciones más saludables a edad provecta". No fue uno de esos cerebros que se pierden, dijo el decano de la Facultad de Medicina Alfonso López Muñiz sobre la conferenciante, quien tras una etapa en Estados Unidos regresó a España para aplicar todos los conocimientos adquiridos de la mano de los principales expertos en genética. A María Blasco la avalan 250 trabajos científicos de máximo nivel en las revistas de más alto impacto, varias patentes y decenas de premios en todo el mundo. Además, es doctora honoris causa por las universidades Carlos III y Europea de Madrid.