La compañía Vueling, que se encarga, entre otras, de las conexiones de Asturias con París y Barcelona, va a introducir diversas mejoras en su operativa para evitar que este año se repita el caos que sufrió el pasado verano en forma de cancelaciones y grandes retrasos. Más aviones, horarios ajustados, mayores escalas en los aeropuertos y el incremento del personal de atención al cliente son las medidas más llamativas previstas por la aerolínea, perteneciente al mismo grupo que Iberia y British Airways (IAG)
Así, de cara a la campaña estival que arrancó hace un par de semanas,Vueling contará con siete aviones de reserva preparados para hacer frente a cualquier contingencia que se pueda presentar. Son dos aeronaves más que las dispuestas en la temporada de verano de 2016. Además, para evitar retrasos en cadena, la compañía ha decidido que el tiempo de escala en aeropuertos de sus aviones crezca de 35 a 45 minutos.
Los tiempos de conexión, además, pasarán a ser de 55 minutos en los meses con un mayor movimiento turístico. Vueling tratará de lograr también una notable reducción de los vuelos nocturnos, programando los últimos aterrizajes con una antelación de 55 minutos sobre el horario de cierre de la terminal en la que vaya a tomar tierra el avión.
En el plan de Vueling también figura un ajuste de los horarios, para adaptarlos de manera fidedigna a los tiempos de vuelo reales, así como una rebaja de sus destinos, que pasan de 145 a 130 respecto al pasado año.
Aunque los portavoces de la aerolínea achacaron el pasado verano las incidencias en los vuelos a "problemas puntuales" en la terminal barcelonesa de El Prat, el Sindicato de Tripulantes y Auxiliares de Vuelo de Líneas Aéreas desveló que Vueling atravesaba, en realidad, un "caos interno" desde el inicio de la temporada estival, por la falta de personal y una planificación "excesiva" que resultaba difícil de cumplir sin demoras o suspensiones.
La campaña de verano de 2016 fue la segunda consecutiva con graves incidencias en la operativa de Vueling. En 2015, las autoridades italianas amenazaron a la compañía con quitarle la licencia a causa de las reiteradas cancelaciones y retrasos en la terminal de Roma, que es el segundo centro de actividad de la aerolínea tras Barcelona.
