Era francés pero eligió Gijón para continuar su obra y morir en paz. Y Asturias, su tierra adoptiva, será escenario el sábado de su beatificación. Luis Ormières, el fundador de las Hermanas del Ángel de la Guarda, será elevado a los altares en una ceremonia en la catedral de Oviedo presidida por el prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, Angelo Amato.

A la ceremonia de beatificación está previsto que acudan unas 2.500 personas, en su mayor parte religiosas de la congregación del Santo Ángel, y también niños, jóvenes y familias pertenecientes a las diferentes obras apostólicas, colegios y parroquias, que dirigen las religiosas en el mundo. Habrá fieles de al menos once nacionalidades, especialmente de Latinoamérica (Colombia, Ecuador, México, El Salvador, Nicaragua y Venezuela), pero también de África (Guinea Ecuatorial, Malí, Costa de Marfil), y de Asia (Japón).

El padre Ormières, nacido en Quillán, un pueblo del sur de Francia en 1809, se ordenó sacerdote en 1833 y se dedicó principalmente a la educación. Con el tiempo fundó una congregación femenina, las Hermanas del Ángel de la Guarda, que se extendió rápidamente por varios países.

El sacerdote conoció Asturias, y concretamente Gijón, invitado por la parroquia de San Pedro, y quiso fundar en la ciudad un noviciado para Francia y España. A partir de ese momento sus estancias en la villa fueron cada vez más frecuentes y prolongadas, hasta el punto de hacerse muy conocido entre la sociedad gijonesa. Falleció en la ciudad, el 16 de enero de 1890, en el actual colegio del Santo Ángel, donde aún se conserva la que fue su habitación, ahora convertida en Oratorio. En Gijón se le conocía en aquellos años finales del siglo XIX por el cariñoso sobrenombre de El Santín.

Su proceso de beatificación se vio impulsado con la curación inexplicable científicamente de un "cáncer incurable" de una religiosa del Santo Ángel, natural de Gijón y profesora del colegio durante años, Celina Sánchez del Río. La Santa Sede aprobó el milagro de su curación gracias a la intercesión del padre Luis Ormières, paso necesario para su beatificación.