Una fartura de setas venenosas, del género amanita, mató al segundo oso adulto hallado en menos de cuatro meses en Moal (Cangas del Narcea). El plantígrado, de unos seis años y entre 90 y 101 kilos de peso, fue "manipulado y descarnado después de su muerte -el 7 de enero- sin la actuación (o de escasa importancia) de alimañas o depredadores", según revela la necropsia. La consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales ha puesto en conocimiento de la Fiscalía del Principado el informe del ejemplar, que no presentaba lesiones evidentes de dentelladas ni desgarros y los restos de piel "parecían estar cortados".

Este hallazgo se produce pocos días después de que un vecino de Combo encontrase en un arroyo próximo a la localidad canguesa el cadáver de dos osos juntos. Una de las hipótesis que se maneja es que fueron envenenados.

El examen del ejemplar de Moal, dirigido por Juan Francisco García Marín, catedrático de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, establece que falleció presumiblemente entre 15 y 72 horas antes de que sus restos fuesen recuperados. La voz de alarma la dieron dos turistas cántabros, que se toparon con el cadáver en el entorno de la Reserva Biológica de Muniellos. Anteriormente, otros turistas localizaron el 9 de septiembre en Moal a otro oso, que murió de un disparo y que la Guardia Civil continúa investigando.

La necropsia indica que el esqueleto del animal de enero "estaba descarnado y con escasa presencia de músculo, sin lesiones evidentes de dentelladas ni erosiones en el hueso". Las costillas estaban fragmentadas, dejando al descubierto la cavidad torácica. La existencia de piel se limitaba a la cabeza, las extremidades posteriores (desde la zona media de la tibia) y algún fragmento en el torso. Otro dato bastante extraño que apunta el examen es que en la zona frontal de la cabeza del oso, "la piel presentaba un orificio con bordes quemados y destrucción del hueso de forma irregular, aparentemente con un raspado en su superficie, que podría haber sido realizado antes o después de su muerte".

Por su parte, los oseznos aparecidos muertos el 23 de mayo de 2015 y el 2 de abril de este año en La Llamera (Somiedo) sufrieron el contagio de una hepatitis vírica canina. Esta enfermedad, común en Estados Unidos en osos y diagnosticado por primera vez en León en 2014, es transmitida por vía orofaríngea a través de perros infectados, así como por otros cánidos como lobos, zorros, visones y hurones. El primer esbardo sufrió un shock endotóxico fruto de la hepatitis vírica, sin embargo, en el segundo ejemplar esta enfermedad no fue determinante. Se despeñó, aunque el virus aceleró su muerte.