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Alarma por el furtivismo de osos: antes eran trofeo, ahora estorban en los pueblos

Las cámaras del Fapas captan a nuevos cazadores ilegales en el Suroccidente, donde en siete meses han muerto hasta cinco ejemplares

Alarma por el furtivismo de osos: antes eran trofeo, ahora estorban en los pueblos

Antes se mataban osos por trofeo, ahora simplemente porque estorban en los pueblos. El furtivismo de fauna salvaje existió y existe en Asturias. Lo dice el Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas) y también las necropsias de los últimos plantígrados muertos en el Suroccidente: cinco en siete meses. Uno de ellos se desangró internamente tras recibir un disparo en Moal (Cangas del Narcea). Nadie movió el cuerpo ni se lo llevó. Alguien apretó el gatillo porque sí. También en Moal apareció en enero un segundo animal muerto; su caso ha dejado perplejos a los expertos. La necropsia reveló esta semana que falleció por comer setas venenosas y que una persona manipuló y descarnó su cadáver después de muerto. Y ya la puntilla la ponen los dos plantígrados hallados juntos la semana pasada en un arroyo de Combo. ¿Qué está pasando?

Los conservacionistas responden con una palabra: furtivismo. De hecho, las cámaras del Fapas captaron hace poco a nuevos cazadores ilegales en Cangas del Narcea. En concreto, el objetivo recogió la imagen de un furtivo y pocas horas después la de un oso. "No podemos decir más. El asunto está en proceso judicial", explica el presidente de la organización conservacionista, Roberto Hartasánchez, que cree que "ésta es sólo la punta del iceberg de una situación que permanece oculta" en los bosques asturianos. Pero la pregunta es: ¿Por qué matan a una especie protegida? Seguramente porque molesta debido al constante aumento de población. Todos los "asesinatos" oseros se producen en el Suroccidente -el caso más sonado, el del lazo de Porley en agosto de 2012-, justo donde hay mayor número de plantígrados.

La estadística más fresca la aporta la Fundación Oso Pardo. Su presidente, Guillermo Palomero, asegura que la población podría superar ya los 250 ejemplares en la cordillera Cantábrica, de los cuales unos 200 están ubicados en el Occidente, mientras que en los años ochenta "no superaban los 60 u 80 animales". Este crecimiento provoca que la especie se acerque a los pueblos "con descaro". "Osos cerca siempre los hubo. La diferencia es que antes se acercaban por la noche para robar miel y frutos y ahora lo hacen con menos precauciones al sentirse menos amenazados y perder el miedo al hombre", explica Palomero.

Pero hay a quienes esos paseos oseros les molesta. Y matan. "El furtivo no es sólo el que lleva una escopeta, sino también el que envenena", sostiene Roberto Hartasánchez. Esa es precisamente una de las hipótesis que se manejan con los dos ejemplares encontrados muertos en Combo (Cangas del Narcea).

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