La familia es el motor de creatividad de Elvira Fernández, la guisandera del "Llar de Viri" (Candamo). Saber que hay quien recoja el testigo del negocio familiar le hizo gestionar su cabreo tras el incendio que quemó el comedor del local, el pasado 28 de diciembre. De otra forma, lo hubiera dejado después de veinte años entre los fogones. Y, precisamente, de éso hablaron ayer en el restaurante un grupo de amigos y clientes al hilo del nuevo libro de Jaime Izquierdo, "La gestión creativa del cabreo", que presentó en San Román.

"El cabreo de Viri es aleatorio, ella no cometió ningún error pero se quemó el comedor y esos cabreos, más que energía para la creación dan energía para la reinvención y es lo que está haciendo", señaló el autor.

Fernández abrió el restaurante dos días después del siniestro para cumplir con las reservas previstas. El cabreo lo llevó con el apoyo de familiares y amigos pero dice que el cabreo emocional ahí sigue: "No hay que tardar en sacar la rabia porque como esté más tiempo del debido es como tener un enanito maligno en la cabeza".

Poco a poco, "Viri" va soltando lastre y ya tiene varias actividades organizadas para los próximos meses como una cata de cervezas artesanas y "una gochada astur", en la que combinarán la raza autóctona con platos en base a cochino negro canario. "Seguiremos con más cosas y con fortaleza para superarlo", concluyó.