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Maestros y discípulos

Miranda: "La crisis fue devastadora en Ciencia: perdimos más de 200 profesores"

Lobo: "Es imposible optar hoy a ser titular con 33 años, pero no podemos rendirnos"

María Jesús Lobo y Arturo Miranda Ordieres, en uno de los laboratorios de la Facultad de Química. Miki López

Arturo Miranda, profesor e investigador en el área de Química Analítica, acude al símil futbolístico para explicar la precariedad del sistema científico español. Cuenta este docente, a cuatro meses de su jubilación, que la reserva presupuestaria anual para los investigadores "Ramón y Cajal" -el contrato reservado para la élite de la ciencia española por el que compiten con profesionales de todo el mundo- es la décima parte de los ingresos del jugador madridista Cristiano Ronaldo. Cada año la estrella del conjunto merengue se embolsa algo más de 80 millones de euros frente a los 54 que el Estado dedica para los 175 beneficiarios del programa "Ramón y Cajal", que en los años previos a la crisis estaba dotado con 700 plazas.

Con los recortes esa élite de la investigación se quedó en 32.000 euros de ingresos brutos por ejercicio con cinco años de contrato garantizado. Miranda, que en próxima fechas cumplirá 40 años de servicio en la Universidad de Oviedo, afirma que en este tiempo ha visto de todo: "La crisis aquí ha sido tremendamente devastadora". A su juicio, en los peores años de esta etapa la institución docente asturiana perdió más de 200 profesores por contratos no renovados o ceses directos. Una crítica en la que coincide su discípula, María Jesús Lobo, que ahora ha asumido las riendas del grupo de Electroanálisis que Miranda puso en marcha en los años ochenta del siglo pasado. "Es desesperante, además, la situación con las becas porque no hay renovación ni continuidad en las convocatorias y resulta difícil poner en marcha nuevas tesis", subraya Lobo, que acaba de acceder a la plaza de catedrática. Asegura esta joven investigadora formada en la cantera de la Facultad de Química de Oviedo que es difícil lograr la titularidad a los 33 años, como ella hizo en 2001. "Ahora eso es imposible. Hay gente optando a plazas de ayudante doctor con 45 años", indica a modo de ejemplo. Pero lejos de quedarse en la queja, ella apuesta por afrontar las dificultades con actitud positiva: "El futuro no es prometedor pero tampoco podemos rendirnos. Me quedan muchos años aquí y esperamos seguir dando continuidad a todo lo que se ha hecho hasta ahora".

En manos del grupo están proyectos tan prometedores como los relacionados con marcadores tumorales para los cánceres de páncreas y próstata. En el primer caso por no existir diagnósticos tempranos y, en el segundo, por tratarse de un tumor muy corriente con variedades agresivas o que se diagnostica mal porque marcadores como la PSA se encuentran ahora muy cuestionados. Para lograrlo, cuenta el más veterano, siempre contaron con el apoyo de algún médico. "A veces cuesta trabajo explicarles la línea que separa lo posible de lo imposible y quizá hiciera falta más diálogo pero siempre se trabajó conjuntamente con los médicos. En los inicios estuvimos con ellos en la octava planta del antiguo Hospital", rememora Miranda, quien celebra que la sociedad tenga una imagen positiva de lo que se hace en investigación. "Mejor incluso que los políticos", remarca. Si existe un crítica en el grupo de Lobo y Miranda es acerca de la falta de voluntad política de sucesivos gobiernos para dar continuidad al sistema de Ciencia y Tecnología que tanto costó conseguir. "La normalidad no es lo que se ha alcanzado, es que ni tan siquiera se está empezando a mover todo como dicen", remarca el exlíder del grupo. "Es una cuestión de voluntad y de ver si existe compromiso con la investigación", apunta Lobo.

Investigar, coinciden maestro y discípula, es una carrera de fondo y, sin ese enfoque, cualquier intento desde las administraciones será fallido. "No hay atisbo de cambio", lamenta Miranda, quien recuerda sus inicios junto a Paulino Tuñón, María Jesús García, José Ramón Barreira y María José González, siendo uno de los primeros grupos de investigación en lograr un proyecto del plan nacional. Desde entonces han ido encandenando en sucesivas convocatorias la financiación necesaria para mantener activos sus proyectos y, según precisa Arturo Miranda, en muchos casos, con equipos muy baratos, algo "raro" en Química Analítica, donde cada vez se depende más de la alta tecnología. "Utilizamos máquinas de hace veinte años que sirven perfectamente porque lo que hacemos depende esencialmente de la Química, no de la alta tecnología", asevera Miranda, que dirigió la tesis de María Jesús Lobo, aunque, según explica, a veces esa labor de tutorización resulta prácticamente "innecesaria" por la brillantez con la que su discípula ha afrontado el relevo en la coordinación del grupo. "Nunca fue algo jerarquizado, funcionamos más bien en modo cooperativa. Todo el mundo está implicado. A veces resulta patético ver cómo algunos se aferran al despacho hasta el último momento", apostilla el más veterano.

La falta de financiación, de unos 9.000 euros, les impidió patentar en Europa un descubrimiento de su grupo que venía a facilitar la vida de los enfermos celíacos. "Ahí los discursos políticos van por un lado y las políticas reales, por otro", lamenta Miranda. Ante ese descubrimiento se pusieron en contacto con ellos desde Estados Unidos pero no se pudo explotar internacionalmente la patente. "La patente es patrimonio de la Universidad pero en ese momento se paró todo", prosigue el docente. Y a final, afirma su discípula, "parece que nos están pidiendo que además de patentar también tengamos vocación empresarial para explotar esos conocimientos". Ambos coinciden asimismo en el lamento de que una gran parte de los fondos se vayan para los grandes grupos de investigación. "Hay creencia de que las élites pueden crecer en estado de ingravidez", cuestiona Miranda, "pero debe existir un sustrato. De cada cincuenta que trabajan mucho y bien te sale un Otín pero si el dinero va siempre a los mismo sitio se elimina la diversidad". Y lo más grave: "Se ha desbaratado la estructura científica productiva que costó mucho tiempo y dinero poner a punto".

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