El castro de Pendia (Boal) representa, a ojos de los especialistas, el escenario de un combate "pautado e inteligente" y, al mismo tiempo, un espacio para ostentar poder pero también para refugiarse en los momentos de tensión. El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, Miguel Ángel de Blas Cortina, definió ayer como "una contradicción espacial" este yacimiento arqueológico sobre el que el que el también profesor de Prehistoria, Fernando Rodríguez del Cueto, acaba de presentar una publicación.

El trabajo, editado por BAR International Series y presentado en el aula donde dio su última lección magistral el profesor Ruiz de la Peña, es un compendio de la tesis de Rodríguez del Cueto, que fue doctorando de la Universidad de Oviedo, donde estuvo becado durante cuatro años. El rector, Santiago García Granda, destacó el hecho de que con esta publicación se devuelva la "infraestructura esencial" que la institución docente aportó en su día a sus doctorandos. "Hay que seguir luchando más por los jóvenes en nuestra Universidad", planteó García Granda antes de referirse a los frutos del esfuerzo realizado por el autor, profesor asociado desde 2015 y para quien el Rector espera una posición "más relevante" habida cuenta de sus méritos académicos. "Me quedo con la dimensión internacional de su trabajo", elogió el García Granda.

La publicación incluye datos de las campañas arqueológicas desarrolladas en el castro de Pendia entre 2003 y 2013 incluyendo estudios defensivos, sobre el desarrollo urbano del poblado entre la Edad de Hierro y la época romana, así como las actividades artesanales que allí se realizaron. "Los resultados de la excavación marcaron el guión de mi trabajo", detalló Rodríguez del Cueto, quien destacó la "peculiar" organización espacial en este yacimiento: "Es un sitio pequeño, muy bien pensado urbanística y arqueológicamente".

Entre las singularidades del yacimiento, el profesor de Prehistoria destaca la zona de la cocina donde se dan nuevas pistas acerca de lo que hicieron sus pobladores pese a que las labores de excavación fueron siempre "modestas, igual que los presupuestos". Unos trabajos que conoce muy bien Ángel Villa Valdés, director del plan Arqueológico del Navia-Eo, quien ayer valoró el buen estado de conservación de estas construcciones "que conservan aspectos genuinos de la Asturias tradicional". El arqueólogo recordó cómo la intensificación del turismo rural llegó a hacer casi imposible la protección de estos bienes ante visitas incontroladas. No obstante, en un momento en que, a su juicio, "vuelve el negacionismo científico de la Edad del Hierro", solo cabe felicitar a los autores por la finalización de trabajos como el de Rodríguez del Cueto, "pese a las injustas condiciones en que se lleva trabajando desde hace años".

Frustración permanente

El libro "Arquitectura, urbanismo y espacios domésticos en Pendia. Siglos IV a. C. - II d. C.", de Fernando Rodríguez del Cueto, revela también las dificultades de los arqueólogos para poder completar sus trabajos con normalidad. "En muchas ocasiones", explicó De Blas sobre los trabajos de campo en los que acompañó a su doctorando, "había como una frustración permanente; sólo veíamos maleza cerrándolo todo". El catedrático de Prehistoria visitó por primera vez Pendia en 1969, acompañado de José Luis Maya. "La sensación era de estructuras congeladas en el tiempo", aseveró.

El trabajo que ahora ve la luz gracias a una editorial británica tiene un "alcance planetario" según De Blas pues desvela una dimensión de la actividad textil en el castro poco conocida que, pese a tratarse de un espacio pequeño, aglutina poder político, centralidad y especialización artesanal. Todo eso es Pendia. "Un sitio recóndito, pequeño y con mucho encanto", concluyó Del Cueto.