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La guía secreta de Asturias

Siempre es grato volver a Lendepeña

La capilla, mandada construir en 1924 por el indiano Nicolás Gayo, se alza en medio de un paisaje en el que manda la belleza de las brañas vaqueiras

Sobre estas líneas, vista de algunas casas del pueblo de Lendepeña. A la izquierda, eólicos en la sierra de los Vientos, entre Gallinero y Lendepeña. A la derecha, detalle de la puerta de la capilla. ANA PAREDES

La capilla de Lendepeña, perteneciente al pueblo del mismo nombre, en el concejo de Valdés, es, sin duda, una de tantas joyas etnográficas, tanto por su ubicación, en un lugar de impresionante belleza, como por la historia de quienes las dotan de nombre propio: los vaqueiros de alzada, de ahí que sean conocidas como brañas vaqueiras. Concretamente hasta esta capilla, mandada construir en 1924, tal y como reza tallado en piedra sobre la puerta de la misma, por el indiano y vaqueiro Nicolás Gayo, se llega tanto pasando por las brañas del concejo de Salas, como desde las de Cudillero o las propias valdesanas.

En este caso el ascenso es desde San Martín de Luiña, en Cudillero, por la carreterina estrecha aunque bien asfaltada que abajo indica a Brañaseca. Es la AS-222, por la que, tras un largo y pausado recorrido, pues las curvas se suceden al tiempo que los molinos eólicos, ya presentes buena parte del viaje desde Brañaseca, se acaba llegando finalmente hasta Brieves, en Valdés. Sin duda que este viaje es para los amantes de un paisaje tan singular como único, donde la carretera va serpenteando, asomándose a praderías salpicadas de cabañas y pequeños pueblos vaqueiros que se reparten el espacio y el tiempo en una inmensidad que asombra, que seduce y que invita a quedarse un poco más de tiempo para que perdure mejor en el recuerdo.

Tanto la capilla como el pueblo pertenecen a la parroquia de Arcallana, situada a unos 300 metros al pie de la sierra de los Vientos, y también, como en el caso de la zona vaqueira de Cudillero, con un buen número de aerogeneradores que se hacen oír allí arriba con el ruido seco y extraño del rozar de las hélices al girar en el aire. Existe inclusive una ruta mucho más larga que, partiendo de Naraval, en Tineo, se continúa por Paredes, Brieves, Muñás, Arcallana y Lendepeña, todas estas en Valdés, para finalizar en Gallinero (Salas). Ésta es conocida como la ruta de Muñás.

Cercano ya el verano, y concretamente el segundo sábado del mes de junio, se celebra junto a esta capilla y en el alto de La Cerezal, entre los concejos de Salas y Valdés, una de las romerías más auténticas de Asturias donde, además de la misa y la sesión vermú, suelen celebrarse también una comida, el reparto del bollo, una carrera de cintas a caballo y, por supuesto, una gran verbena. Aunque no se conocen aún las actividades de este año, bueno es tomar nota de esta fecha para, además de disfrutar de este abrumador paisaje, hacerlo también con la gente que lo habita, los vaqueiros, que siguen manteniéndose fieles a sus tradiciones y a su historia.

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