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ANTONIO G. ARECES | Maestro y escritor

"Ni era ni soy partidario del comunismo ni del capitalismo, aspiro a pensar libremente"

"Cuando volví a Oviedo en 1988 salí a buscar a mis amigos progres por Casa Lito y Casa Manolo y no los vi, y no los vi porque estaban en sus despachos del PSOE"

Antonio G. Areces, en su casa de Sama de Grado. LUISMA MURIAS

José Antonio González Areces (Grado, 1938), Ton Areces, es un maestro con miles de alumnos y la vida de un hombre que quiso conocer mundo, fue vendedor en Galerías Preciados, marinero, representante de Agua de Solares, seguidor de Gustavo Bueno, eurocomunista, miembro de la Plataforma Democrática. Toda su vida escribió, dice que sin pretensión de editar y publicó recientemente "Éramos río". Está casado, tiene cuatro hijos y dos escriben: la poeta Estefanía González y el ensayista Manuel Astur.

- ¿Estaba destinado a Galerías Preciados como su hermano, que fue jefe de compras?

-Vendí en Madrid, en telas y sedas y luego en Sederías Carretas. Me aburría vender y soltarles el rollo a las señoras. Vivía con mi hermano en una pensión cara donde se comía muy bien. No me gustó Madrid, que aún no había resurgido, los escritores sólo estaban en el Café Gijón y no encontré con quién compartir mis gustos. Volví a los nueve meses.

- ¿Con disgusto en casa?

-Claro. Hice Magisterio por libre en la Escuela Normal de Oviedo, salvo un año de oyente. Los profesores eran ancianos.

- ¿Había excepciones?

-Jesús Neira me encantaba y me ponía sobresaliente y el brillante Gerardo Turiel, de Economía Política, luego amigo.

- Se hizo maestro y...

-Hice sustituciones por aldeas: Alevia, La Mata, Ibias. Me gustaba porque quería conocer Asturias, después España y el mundo.

- En 1962 empezó Filosofía.

-Hice dos años. Sólo me gustaba Gustavo Bueno. Hicimos un seminario de año entero sobre la Evolución los sábados por la mañana. Alarcos era gran filólogo y sabio, pero mal profesor.

- ¿Por qué lo dice?

-Éramos cien alumnos y aquel hombre desmedrado y despeinado dijo: "Los veo como un montón de cangrejitos en una olla". No le importaba si no oían atrás.

- ¿Vivía en Oviedo?

-De pensión en la Silla del Rey y comía en el Bar Iris con Fernando Alba, hijo del dueño. Mis amigos eran artistas plásticos, más sanos que los escritores. Fui teórico en la Asociación de Artistas con Sanjurjo, Santamarina, Mieres... y lo pasaba muy bien.

- Fue del Grupo Erosión de poesía. ¿Qué hacían?

-Recitales por los pueblos. Estaba Virgilio Garsabal, que murió en Grenoble fabricando bombas. Era tan guapo que decían que era homosexual. Tenía una novia muy fea y era un idealista radical con talento de poeta y melena rubia de ángel. Intenté convencerlo de que el terrorismo no valía.

- ¿Ya era usted comunista?

-No, aunque con Bueno conocí la célula de José Antonio Brugos, Gabriel Santullano y Mourenza. Me hice amigo y leí a Marx, Engels, Lenin... Entonces me enteré de que la historia no era lo que nos habían enseñado, y luego de que tampoco.

- ¿Por qué dejó a Bueno?

-El materialismo filosófico era demasiado rígido e iba en contra de mi libertad de pensamiento y de escritura. Bueno fue un día a Grado para que siguiera, pero la filosofía dejó de interesarme fuera de leer clásicos sin un sistema.

- ¿Qué hizo luego?

-Embarqué en un carguero alemán en Avilés y hasta Finlandia. Volvíamos con troncos de pino para postes de luz en Inglaterra, y en Amsterdam cargábamos coque para Ensidesa. En otoño, el Báltico se congela, decidieron ir a Norteamérica y desembarqué.

- ¿Qué aprendió?

-Que Joseph Conrad me había presentado un mar que no encontré. Mis compañeros eran alemanes furibundos, dos gallegos, un asturiano, dos de Cabo Verde. No tenía no quién hablar. Tuve una experiencia sensual: una hora de tormenta agarrado a la barandilla de popa y la ola era un muro de agua con corrientes como serpientes y, a los diez segundos, yo estaba arriba y a mis pies había un abismo tremebundo.

- Quería conocer España.

-Sí y promoví Agua de Solares. Estábamos un mes en Barcelona visitando tiendas. Saqué carné y fui con el coche al Sur. Absorbía, no dejaba tiempo de visitar monumentos, leer y escribir. Era buen vendedor, pero el discurso era repetitivo. Y estaba casado.

- ¿Cómo conoció a su mujer?

-En el verano de 1967 en la sala de fiestas Mayjeco. Supe por chicas de Sama que habían apostado que me iba a sacar a bailar. Yo tenía 28 años. Sara, que tenía 19, se acercó a la barra y me dijo "¿Bailas conmigo?". Estaba nerviosa y, bailando, nuestros cuerpos se comunicaron. Me gustaba, bailaba muy mal y tenía virtudes anímicas: era liberal, divertida, lectora, más culta que otras.

- Se casaron en 1969.

-Sara pasó en Madrid unos meses, sola, esperando a nuestra primera hija y a mí. Yo viajaba por España, despertaba, tardaba en saber dónde estaba y me angustiaba. Volvimos a Grado, al piso de mi madre. Fui vigilante de una fábrica de abonos, pero detestaba los turnos y sustituí al profesor de Deportes en el Instituto de Grado. Luego marchamos al Natahoyo, en Gijón.

- ¿Cómo vivían?

-Tirando. Era maestro interino y Estefanía, Mariana y Loreto nacieron de 1970 a 1972. En 1980, Manuel Astur, al que saqué lo de Astur de "La Ilíada".

- ¿Temía vivir sin dinero?

-No llevo dinero porque me da repelús. Paga mi mujer.

- Se afiliaron al PC.

-En 1971. No tuvimos problemas, pero sí Policía vigilando y algún compañero escondido en casa. Mariana, muy pequeña, tiró el "Mundo Obrero" desde el balcón. Aprovechando la ley de Asociaciones fundamos la de Antiguos Alumnos de Magisterio. Fui a hacer un contacto a Madrid. Con mi estatura, mi trinchera de Bogart y un periódico asturiano encima de la mesa, el contacto creyó que era policía y volví de vacío. Traté con la gente del PSUC. En el Natahoyo todo era clase obrera y había anarquistas, comunistas, trotskistas, maoístas.

- ¿Usted qué era?

-Eurocomunista. Nos enteramos de los crímenes de Stalin y de que la URSS no era un paraíso. Hice mi propio análisis de las contradicciones comunistas y comprendí que no podía durar aquello. No era ni soy partidario del capitalismo ni del comunismo. Aspiro a pensar libremente.

- Fue representante de la enseñanza en la Junta Democrática de Asturias y dio mítines.

-Fue decepcionante el resultado de las primeras elecciones. Empezaron las divisiones entre obreristas e intelectuales. Gerardo Iglesias y los mineros nos enfilaron. Tuve problemas en Grado, vino el congreso de Perlora y entregamos el carné. El PSOE me propuso ir en su lista, pero estaba decepcionado y me aburría.

- Vivió en Llanes y en Oviedo.

-En Nueva, con la idea romántica de pasar el desierto y volver renovado. En Oviedo, de 1988 a 1991. Al llegar, salí a buscar progres de mi época por Casa Manolo y Casa Lito. No encontré a nadie. Se lo conté a Carlos Iglesias, del PC, se rió y me dijo: "Están en sus despachos del PSOE".

- ¿Fue un padre presente?

-Sí. No les exigí mucho. Manuel Astur recuerda que le estimulaba la imaginación haciéndole meterse en el tamaño de una hormiga. A mis hijas les enseñaba poesías y Fanny las escribe. Mariana está enamorada de internet y Loreto estudió Diseño.

- ¿Qué tal le trató la vida?

-Cojonudamente. Salvo en mi adolescencia tremenda hice lo que quería. Repetiría la vida con todo. Disfruté de la enseñanza porque me divertían los niños. Los últimos años ya empezaron los problemas con los padres.

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