J. F. L., trabajador y socio en la empresa que regenta su mujer, con una estación de servicio en Castropol y otra en Cudillero, negó ayer ante el magistrado del Penal número 2 de Avilés haber acosado sexual o laboralmente a una entonces empleada que le denunció por ambos supuestos. "En julio de 2015 se abrió la gasolinera de Castropol y durante más o menos un mes esta mujer estuvo de expendedora. Luego pasó a la cocina y la relación con ella era buena. Solo le exigía que se recogiera el pelo y se pusiera el gorro, por higiene. Cuando no cumplía esas órdenes venían las riñas, pero nunca la insulté ni la llamé gocha", reconoció el empresario, que aseguró haber tenido quejas de clientes porque S. P. V. "cogía los pinchos con la mano y salpicaba los platos con su saliva al hablar".

"Nunca le insulté y jamás me reí de ella. En cuanto a que le exigía que viniera maquillada, ¡quién se cree eso! Allí trabajaba con un horno de pan a alta temperatura. Solo le pedía que se recogiera el pelo, como digo. Jamás le hice ningún comentario de índole sexual y nunca jamás estuve con ella a solas", ahondó. J. F. L., de 64 años. Sí reconoció ser una persona "exigente" con sus trabajadores. "Pago lo que acuerdo, pero exijo", precisó.

S. P. V. dijo por su parte que el mayor problema con J. F. L. derivó por su forma de tratarla: "Me decía que era una inútil, que tenía que ir a trabajar follada". Como recogía el escrito de acusación provisional del fiscal, S. P. V. ratificó que en una ocasión su jefe le arrojó el ordenador de la máquina registradora cuando le pidió a un compañero que la ayudase. Destacó también que en Navidad su jefe le contestó que "él tenía el palo y las bolas" cuando le pidió adornos navideños para decorar el establecimiento.

"Me hundió en la miseria e hizo que me sintiera una mierda", manifestó la querellante, que ayer y por primera vez sacó a relucir que el imputado le invitó "muchas veces a dormir con él en un hotel de Ribadeo". S. P. V. admitió ante el juez tener un 44% de minusvalía física y psíquica por un trastorno ansioso-depresivo que sufre desde los 19 años y fibromialgia. "Hasta entonces tenía controlada la enfermedad. En septiembre de 2015 cogí una baja por ansiedad, y cuando me reincorporaré tenía miedo en el trabajo. En septiembre de 2016 volví a quedar de baja hasta hoy", dijo.

En el juicio prestaron declaración un total de diez testigos. Unos aseguraron haber escuchado a J. F. L. decirle a S. P. V. frases como "folla más en casa para venir más relajada", "conozco a tú madre así que igual eres hija mía" o "te echaría un buen polvo". Casi todos los testigos -la mayoría trabajadores y extrabajadores de J. F. L.- reconocieron que se trata de un hombre "exigente y de carácter fuerte". Todos negaron haber visto cualquier hecho susceptible de un delito sexual.

En la fase de conclusiones, el fiscal suprimió el delito de lesiones y consideró los hechos constitutivos de un delito sexual o subsidiariamente laboral. La acusación particular pidió dos años de cárcel para J. F. L. por un delito de acoso laboral y una indemnización de 20.000 euros. La defensa solicitó la libre absolución de su defendido.