La peonza, los tazos o el cubo de Rubik. El patio del colegio siempre ha tenido un rey. Un juego o juguete de moda que atrae la atención de todos los niños y los lleva a dejar de lado el resto de artículos diseñados para su entretenimiento. Pero ninguno dura mucho en el trono. Este curso, de hecho, comenzó con los críos lanzando al aire una botella de plástico con algo de líquido en el fondo. El objetivo era que diese una vuelta sobre sí misma y cayese de nuevo en la base, una tarea que centró competiciones y a la que los más pequeños dedicaron un buen número de horas. En las últimas semanas, sin embargo, se ha producido el ascenso de un nuevo soberano en los colegios asturianos y de medio mundo. Se trata del Fidget Spinner o simplemente Spinner, un pequeño artilugio con aspas y que gira gracias al trabajo de un rodamiento.

Los chicos lo colocan sobre un dedo lo impulsan con la otra mano para que dé vueltas y tratan de que aguante en movimiento el máximo tiempo posible. Prueban también "trucos" como cambiarlo de mano sin que deje de girar ni se caiga al suelo.

"En clase no jugamos con el Spinner y si nos los ven los profesores nos piden que los guardemos. Pero en el patio, sí", cuenta Iván González, alumno del colegio Gesta de Oviedo, quien confirma que muchos de sus compañeros de clase se han hecho ya con el juguete de moda. "Casi todos", añade Álvaro Murias, que estudia 4.º de Primaria. Para él, lo más divertido es "hacer trucos" y demostrar su habilidad con el artículo giratorio. Y el chico desvela, en pocas palabras, por qué los niños tienen un nuevo favorito: "Es más divertido". Si se compara con la peonza, que tuvo un lugar especial en las horas de ocio escolares hasta hace no mucho tiempo, expone una razón simple y aplastante: "Da más vueltas y corre más.

Los Fidget Spinner tienen todo tipo de formas y colores. El precio más habitual ronda los cinco euros, pero el coste puede llegar hasta los 2.000 euros para los modelos más exclusivos. Estos juguetes, no obstante, existen desde hace dos décadas y se idearon para reducir el estrés y como apoyo para alumnos con déficit de atención e hiperactividad o autismo. Pero no ha sido hasta hace semanas cuando se han popularizado en colegios de todo el mundo, donde se utilizan como un elemento de diversión y no de relajación.

Elemento de distracción

En ocasiones causan el efecto contrario y ponen de los nervios a padres y profesores, hartos del trastorno que supone el uso constante del juguete o la insistencia de pasar por el bazar para que les compren un Spinner con el que jugar con los amigos del patio o el parque. En algunos centros de Estados Unidos y Reino Unido, además, se ha planteado prohibirlos alegando que es un elemento de distracción en las aulas. Pero la posición mayoritaria pasa por asumir que el cambio de moda ha coronado un nuevo rey. "El año pasado fueron las peonzas y ahora esto", señala Gloria Lada, que recoge a su hijo en el colegio Gesta. El pequeño, Javier Bravo, cuenta con un Spinner, que "llegó ayer a nuestras vidas" y que ya se ha convertido en un objeto inseparable para el niño. "Jugamos mogollón con él", dice el alumno, que incluso busca en internet movimientos que hacer con el artilugio: "Lo más guay que he visto es a un chico agacharse, pasar la mano por debajo de la pierna y que el Spinner siga rodando". Es la última tendencia, pero los padres intuyen que el furor giratorio, como en ocasiones anteriores, será pasajero. "Cada poco hay una moda nueva", comenta Gloria Lada.