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Jorge Montes: 84 años, dos décadas con un corazón prestado y 2.500 kilómetros anuales

Un ovetense celebra los veinte años de su trasplante cardiaco cumpliendo una exigente tabla de ejercicios en el polideportivo

Jorge Montes: 20 años con un corazón trasplantado

Jorge Montes: 20 años con un corazón trasplantado

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Jorge Montes: 20 años con un corazón trasplantado Pablo ÁLVAREZ / Amor DOMÍNGUEZ

El pasado martes, Jorge Montes cumplió 20 años: los que lleva con un corazón prestado. El día antes, había pasado la revisión semestral con su cardióloga, que en su informe dejó consignado: "Vida activa. Va al gimnasio y ahora es presidente de la comunidad de vecinos".

No es que Jorge Montes "vaya al gimnasio" sin más. Es que en el gimnasio "ye el jefe", según atestigua uno de sus jóvenes compañeros. Es que en el gimnasio hace el circuito completo: cinta, bicicleta estática, "press banca" y jalón al pecho. Es que en el último año ha caminado un total de 2.500 kilómetros si se suman cinta y bicicleta. Es que cumplirá 85 años en septiembre. Es que antes de recibir un corazón ajeno tuvo que tomar la dolorosísima decisión de donar los órganos de un hijo fallecido. Es que Jorge Montes lleva en su rostro y en su estado de ánimo el mensaje que exhibe en su camiseta: "Donar órganos es salvar vidas. ¡Sé solidario!".

-Oye, no os olvidéis, por favor, de subrayar en el periódico la frase de la camiseta -advierte al terminar la entrevista.

Jorge Montes Huerta (Coya, Piloña, 1932) es en sí mismo una campaña en favor de la donación de órganos. Al polideportivo municipal "Jorge Egocheaga", que da servicio a los barrios ovetenses de Pumarín y Teatinos, llega a las nueve de cada mañana con una energía envidiable, se coloca el pulsómetro y toma nota puntual de todos sus registros. El personal del gimnasio, y sus compañeros de fatigas, le miran con simpatía, y también con la admiración que despierta un "colega" que les aventaja en varias décadas.

Uno de sus monitores, José Ramón Maestre, detalla que la finalidad de este conjunto de ejercicios consiste en "cuidarlo todo, desde el calentamiento hasta el esfuerzo cardiovascular", bajo una premisa esencial: "Cada persona debe ser muy consciente de sus límites, y trabajar siempre por debajo de ellos". Sobre Jorge Montes, Maestre aporta un diagnóstico muy preciso: "Es un crack, se esfuerza en todo momento. Viendo todo lo que ha pasado, está claro que es un ejemplo a seguir".

Terminados los ejercicios, el veterano deportista regresa a su casa, situada a pocos minutos tanto del polideportivo como del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Lo más esencial de su vida se concentra en un pequeño cuadrante de Oviedo, ciudad en la que reside desde 1955.

Pero Jorge Montes no nació en un gimnasio, ni mucho menos. Cuando estaba en activo, "no tenía tiempo para cuidarme". Comenzó como vendedor y llegó a jefe de ventas de una multinacional americana: "Trabajaba con mucho estrés, nos movíamos por objetivos y mi rendimiento dependía de lo que hicieran las 14 personas que estaban a mi cargo".

En medio de esta vida tan ajetreada, llegaron los mazazos. El primero, no le tocó directamente, pero le dolió infinitamente: "Fue en 1994. Estaba trabajando en Orense y me llamaron para decirme que mi hijo, de 37 años, estaba ingresado con un derrame cerebral y que solicitaban que donáramos sus órganos", relata. Y prosigue: "Tuvimos la gran suerte de decir que sí. Gracias a Dios, porque así mi hijo pudo salvar seis o siete vidas".

El golpe fue tremendo, pero el destino le tenía preparada otra prueba. El 2 de agosto de 1995, estando en el pueblo de su esposa (Espinaredo, Piloña, el pueblo de los hórreos), sufrió un infarto. Salió del trance, pero el corazón quedó muy maltrecho. "Pasaba el tiempo y la verdad es que me ahogaba, que me veía morir", rememora. Los médicos le hablaron de la posibilidad de someterse a un trasplante, y le sugirieron que se lo pensara y que lo comentara con su familia.

-Di un puñetazo en la mesa y dije: ¡De acuerdo, no tengo nada que pensar!

En Asturias aún no se hacían trasplantes de corazón (se iniciaron el 2 de febrero de 1998 ), y a Jorge Montes le tocaba desplazarse al Hospital Juan Canalejo de La Coruña. Pasado poco tiempo, el 9 de mayo de 1997, le implantaron el corazón de un joven de 25 años, dato que también alimenta su buen humor: "Cuando me preguntan la edad, digo que 45".

Dos décadas después, muestra con satisfacción los informes de sus cardiólogos, José Luis Lambert y Beatriz Díaz Molina, que prácticamente forman parte de su familia: "Consciente, orientado, colaborador. Buen estado general", indica uno de esos documentos. "Me dicen que estoy como cualquier persona de la calle", asevera. La realidad es que ya quisieran muchas "personas de la calle" desplegar tanta actividad física y exhibir tal vitalidad. "Me aconsejan comer con poca sal y no beber. Puedo hacer una excepción si se da algún acontecimiento importante, pero debo volver rápidamente a esta rutina", resume.

Ahora, Jorge Montes Huerta ha asumido las funciones de presidente de la comunidad de 128 vecinos en la que vive. Y disfruta de su mujer, de su hija y de su nieta. "Mi nieta me llamó el jueves para decirme que le renovaban el contrato en la empresa en la que trabaja", comenta con satisfacción. Conoce la dureza de la vida, pero ha tenido la fortaleza suficiente para convertir las adversidades en un "leit motiv". Ha decidido que nada le importa tanto como vivir y promover en su entorno la generosidad para que otros vivan. Se ha propuesto hacer realidad lo que no es más que un eslogan impreso en una camiseta azul: "Donar órganos es salvar vidas. ¡Sé solidario!".

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