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MARINO PÉREZ ÁLVAREZ | Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos

"Los superdotados están mal asistidos; no son enfermos, son como son"

"La sociedad somete a los niños a un mundo lleno de estímulos, pero luego no tolera que se aburran y que no puedan demorar la gratificación"

Marino Pérez Álvarez. NACHO OREJAS

El psicólogo Marino Pérez Álvarez, catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Oviedo participa los próximos días 23 y 24 en el primer Congreso internacional sobre altas capacidades intelectuales y superdotación que organiza la Asociación Enol, y en la que participarán además los expertos Javier Berché, Linda Silvermann, Carmen Sanz y Jeanne Siaud-Facchin. Marino Pérez ofrecerá una conferencia titulada "El trastorno de déficit de atención e hiperactividad como cajón de sastre: entre la complacencia y el desastre para superdotados y Altas Capacidades". Pérez comienza por negar virtualidad alguna a ese trastorno, que en su opinión no tienen base neurológica alguna. Y critica que se englobe a los menores con altas capacidades en ese diagnóstico: "Es como una losa que les cae de por vida; son niños mal atendidos y maltratados, cuando no son enfermos, son como son". Marino Pérez no resta importancia al uso de las nuevas tecnologías, pero cree que no deben utilizarse para "quitar a los niños de en medio".

- Es muy crítico con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

-Es un diagnóstico muy frecuente en la infancia, que se extiende a la vida del adulto. Engloba muchos casos, muy diferentes y en mi opinión carece de fundamento clínico, está muy mal establecido, no hay una clara delimitación entre lo que se considera normal y patológico. Tampoco se puede seguir una evolución de los diagnósticos. Carece además de una base neurológica. Niego que tenga una entidad clínica, no solo yo, hay una parte de la comunidad médica que así lo considera.

- Sin embargo, está asociado a una fuerte medicación.

-Con base en estimulantes, que puede producir algún aparente beneficio. Se reducen así las molestias que pueden causar estos niños a sus padres o los profesores en clase. Pero a largo plazo, esa medicación tiene consecuencias. Especialmente si se tiene en cuenta que el problema no tienen que ver con cuestiones neuroquímicas.

- ¿Con qué tiene que ver?

-Es un problema muy heterogéneo. En los últimos años, nuestra sociedad somete a los niños a un mundo lleno de estímulos y distracciones. Aprenden a jugar con juguetes y actividades que les llaman la atención, les divierten, pero no aprenden a establecer relaciones de autocontrol, el hábito de esperar. La sociedad luego es muy poco tolerante cuando, más adelante, en contextos como el familiar y el escolar, esos mismos niños no demuestran una capacidad para soportar situaciones como el aburrimiento o a demorar la gratificación. Y después habría que considerar que no todas las personas somos iguales en términos de temperamento, aprendizaje, sensibilidad a los estímulos... Hay diferencias individuales poco toleradas por la sociedad, que trata de controlarlas.

- Un poco incongruente.

-Primero los padres acuden a las tabletas y videojuegos para que los niños estén distraídos, y luego no toleran esa necesidad continua de estímulos. Siguen dándoles tabletas, pero de pastillas.

- Los menores y jóvenes con altas capacidades, los llamados superdotados, terminan englobados dentro del diagnóstico del TDAH.

-Son niños que desafían, rompen los esquemas, son molestos para padres y profesores. Caen fácilmente en ese diagnóstico, que es como una losa para el resto de sus vidas, y con el que se pretende controlar algo que tiene su propia virtualidad. Son niños mal atendidos y maltratados, cuando no son enfermos: son como son.

- ¿Cómo podemos enfrentarnos a esta situación?

-Que haya más tolerancia con estos niños no estaría mal para empezar. No niego que algunos aspectos sean problemáticos, pero tenemos que entender que son problemas de conducta, se trata de niños que no han aprendido hábitos de autocontrol, de saber esperar, hábitos que se aprenden generalmente en el contexto familiar. El problema es que muchas veces, a los niños se les quita de en medio con tabletas y no tienen aprendidos esos hábitos.

- ¿Hay que trabajar con los padres?

-Habría que enseñarles estrategias para suplementar y complementar los aprendizajes que determinados niños no ha llevado a cabo. Y también los profesores debieran crear esos contextos para desarrollar hábitos de autocontrol.

- ¿Y respecto a los niños superdotados?

-La sociedad debería saber canalizar y potenciar los aspectos de los niños que se salen del estándar, no debería querer estandarizarlos, porque esos esquemas dejan fuera a la mitad de la población, los que no llegan y los que se pasan.

- No parece que le guste el uso de las nuevas tecnologías por los más pequeños.

-No diría que el uso de esas tecnologías sea inadecuado. Las tabletas permiten desarrollar capacidades, como la rapidez, la exploración, el acopio de conocimientos. El problema es que esas nuevas tecnologías se utilicen de forma sistemática para tener al niño distraído, para quitarlo de en medio, y eso excluya otros juegos importantes para su desarrollo, que les permitan interacciones sociales.

- Es algo normal ver a las familias reunidas, con los adultos hablando y los menores colgados de teléfonos móviles o tabletas.

-Se hace muy necesario que los niños interactúen con los adultos, estar sentados en la misma mesa, esperando el turno de conversación, el turno de los platos, el postre, frente a salir corriendo de la mesa para jugar con la tableta. A veces la tableta se convierte en el único foco de atención del niño, el único divertimento que recibe. Puede ocurrir que al final les parezca que el mundo es como una tableta, del que se puede obtener una gratificación instantánea. Y en la vida, las cosas no funcionan así.

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