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"Despacito" se va al puerto leonés

Un ternero de Piloña pasta alegre tras un largo y fatigoso viaje desde Vegarrionda: es la nueva trashumancia, en camión pero con dificultades

"Despacito" se va al puerto leonés

Toca madrugar porque espera un día intenso de camino hacia el puerto de Linares, en León. En aquellos pastos el ganado familiar del cangués, afincado en Vegarrionda (Piloña), Fermín Sánchez pasará el verano y parte del otoño, hasta noviembre. Es la trashumancia, pero la de ahora nada tiene que ver con la de antaño: las largas caminatas de días se han sustituido por el viaje de unas horas en camión. Aún así, es mucho trasiego. Los ganaderos piloñeses son unos de los muchos que estas semanas en Asturias se encuentran inmersos en la gran operación del traslado de las reses de la cuadra a los pastos. En su caso, todo ha salido en orden y con anécdota incluida: lograron que "Despacito", un ternero joven y huérfano, llegase a los pastos pese a las dificultades y caerse por el camino. Hoy pasta alegre por el puerto de Linares.

Preparativos y desayuno. Son las ocho de la mañana en Vegarrionda y la primera tarea es separar en dos cercados a las madres de las crías porque éstas viajarán arriba y las otras abajo, para evitar que se hagan daño. Este distanciamiento no les gusta nada y lo demuestran con continuos berridos. Antes de subir al transporte Manuel Fernández se encarga de vacunar a los terneros, empezando por los de más de edad para controlarlos mejor, y desparasita a todas las reses. Le echaron una mano, tornando y controlando al ganado, el propio Fermín Sánchez, Evaristo Berrocal, Miguel Moro y Javier Diego. Entre todos suben al camión a 60 cabezas de ganado de la raza asturiana de los valles. Primero van los 28 terneros y después los 32 adultos. En la finca queda una vaca con la cría porque ésta, recién nacida, al ser demasiado joven no está preparada para la larga caminata de subida al puerto. Antes de partir, un contundente desayuno. Lo prepara Ángeles Cueto, propietaria de la ganadería. No falta un buen chorizo, tortilla, lacón o queso.

Partida. Comienza el viaje en Vegarrionda (Piloña) sobre las once y media de la mañana. Los ganaderos ponen rumbo hacia el puerto de San Tarna, en el límite entre Asturias y León, y el ganado va por San Isidro. Al camión le quedan por delante unas tres horas de ruta, al todoterreno, algo menos. Alrededor de las dos y media de la tarde, las reses están en Solle, el último pueblo al que llega la carretera y donde espera el resto del grupo.

Reencuentro. Los animales bajan del vehículo y se dirigen a un cercado donde se produce el ansiado reencuentro entre madres y crías. Es un momento espectacular porque se aprecia el desasosiego y nerviosismo de unas y otras por localizarse. Un inconveniente es que al viajar juntas se mezclan los olores que identifican a cada animal y esto les despista. Es llamativo volver a escuchar los bramidos y mugidos de llamada de las vacas desesperadas a sus terneros, que se van calmando cuando se vuelven a juntar tras menos de media hora de búsqueda.

Caminata. Queda alrededor de una hora y cuarto de subida. Las vacas adultas conocen bien el camino y se ponen en marcha rápido, sin necesidad de guía y a gran velocidad, para alcanzar el ansiado destino atravesando cañadas y majadas del puerto de Valdesolle; el agradable olor a la flor de la escoba inunda todo el valle. A los animales más jóvenes, como a "Despacito" -llamado así por la canción de moda-, les cuesta más. Sus madres adoptivas le esperan para darle ánimos. La cría no puede más y se derrumba a 500 metros de la llegada. Dan la vuelta a buscarle.

Llegada. Tras la corta pausa, "Despacito" se pone en pie de nuevo para seguir adelante. Los ganaderos son conscientes del esfuerzo por lo que no quieren forzarle. Poco después, todo el ganado ha coronado ya la majada del puerto de Linares. Éste será su nuevo hogar hasta noviembre. Aquí aprovecharán los pastos de alta montaña. La sal es importante durante las primeras semanas, porque les sirve como complemento alimenticio.

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