Divide y vencerás. Esa máxima, y no la búsqueda de la excelencia de nuestro sistema educativo, marca la agenda política del consejero de Educación socialista asturiano. Incluso parece que al consejero le interesa que coincidan en la calle la manifestación contra los conciertos educativos con la de quienes solicitan para la red concertada los mismos derechos que para la red pública. Quizás desee también que unos municipios rivalicen con otros sobre la necesidad de abrir una escuela infantil, de priorizar una obra de mejora o de contar con más aulas abiertas.

Pero lo cierto es que este clima de protestas lo que pone realmente en evidencia es el malestar de toda la comunidad educativa asturiana con las políticas del Principado. Las manifestaciones y concentraciones se suceden a las puertas de colegios de toda Asturias, públicos y concertados, pidiendo que se les devuelvan turnos de comedor, profesores de apoyo perdidos, obras que nunca llegan o transporte escolar gratuito al que ya no tienen derecho. Familias hartas de ver situaciones surrealistas como que su hijo mayor tenga derecho a cosas a las que su hijo menor no puede acceder o que le impongan que su hijo pequeño estudie en un colegio distinto al de su hermano. Familias desconcertadas por ver cómo se cierran aulas de su colegio sin tan siquiera haber finalizado el periodo de matrícula.

El hartazgo frente all consejero de Educación también es únanime entre el profesorado. Un profesorado de la enseñanza pública que ve cómo tiene peores condiciones laborales que sus colegas en otras comunidades autónomas y cansado de que sus reivindicaciones sean sistemáticamente ignoradas por la consejería. Un profesorado de la enseñanza concertada que sufre, año tras año, los sistemáticos incumplimientos de una Consejería que sigue sin darles lo que les debe, sin cumplir con ellos lo acordado y que les deja ante un futuro laboral incierto.

No es tiempo de enfrentamientos ni divisiones, sino de diálogo y consenso y, por ello, la actitud del consejero de Educación ha de cambiar radicalmente. No puede permanecer ni un día más en esa actitud crispada y crispante, donde toda sugerencia es un ataque, toda reclamación es una ofensa y toda discrepancia es merecedora de su desprecio. Sus categóricas afirmaciones en las que asegura que jamás cambiará de criterio o que su decisión es firme e inamovible no pueden seguir en su discurso. Sus ataques a los profesores de una y otra red, a los que acusa de no estar suficientemente preparados o de estar al servicio de determinados intereses políticos, son absolutamente intolerables. Y el desprecio mostrado ante las reivindicaciones de las familias no puede tolerarse ni un día más.

La postura del Partido Popular de Asturias es clara. En nuestro sistema educativo han de coexistir una red de centros educativos públicos y una red de centros educativos concertados en igualdad de condiciones, para que sean las familias las que elijan libremente el colegio en el que quieren que estudien sus hijos. Esa igualdad de condiciones y esa libertad educativa traerán consigo la excelencia que merece la educación de nuestros alumnos.

Esa igualdad real pasa por aprobar un plan de infraestructuras educativas que mejore los medios materiales de nuestros colegios e institutos públicos, haciendo frente a obras pendientes y comprometidas desde hace demasiados años. Y junto a ese plan para los centros públicos, una recuperación de la inversión anual para centros concertados, recortada drásticamente en los últimos años. Esa igualdad real pasa por convocar una mesa de negociación con los sindicatos del profesorado de la enseñanza pública y otra con los de la enseñanza concertada, para acordar un calendario de pago de las deudas pendientes y un consenso en la mejora de las condiciones laborales de ambas redes. Y esa igualdad real pasa por asegurar a las familias de los alumnos de la pública y la concertada el mismo acceso a todas las ayudas y becas existentes en la Consejería.

Y, por supuesto, la igualdad real es inseparable de la libertad. Por lo tanto, hay que dejar que sean las familias las que elijan libremente el lugar en el que quieren que estudien sus hijos y, atendiendo a esa matrícula, llevar a cabo la reordenación del mapa escolar. Nunca al revés, como ha hecho el consejero ante el brutal recorte de unidades que ha impuesto sin el mínimo consenso ni margen para el acuerdo.

La comunidad educativa asturiana, que es lo suficientemente inteligente para no caer en la trampa que pretende el consejero, sabe que las necesidades de la red pública no se deben a la existencia de una red concertada y viceversa. Las necesidades de ambas redes se deben, única y exclusivamente, a la mala gestión y al sectarismo de la Consejería de Educación socialista asturiana a lo largo de las últimas décadas.