Corría el año 2004 cuando Virginia Ruiz y Miguel Ángel Robles decidieron dar un giro a su vida. Dejaron Madrid y se instalaron en la localidad de Almallos, en Taramundi, donde pusieron en marcha un proyecto que no ha parado de darles alegrías: la explotación de una finca ecológica de pequeños frutos y del restaurante Los Arándanos, un establecimiento que no ha parado de recibir buenas críticas desde que abrió sus puertas en el año 2008. Su cocina, natural y sorprendente, su entorno "de cuento de hadas" y el trato exquisito de sus responsables ha conseguido que muchos amantes del buen comer tanto de dentro como de fuera de la región, coloquen en el mapa a esta pequeña localidad de Taramundi.

- Hace nueve años que abrieron sus puertas, y el éxito les ha acompañado casi desde el principio. ¿Han sido las redes sociales su mejor "boca a boca"?

Tenemos que reconocer que nos han dado a conocer. Estamos en una zona muy bonita e idílica, pero el acceso no es sencillo, y gracias a páginas como TripAdvisor mucha gente sabe no sólo de nuestra cocina, sino también de nuestro emplazamiento, que realmente hay pocos en España Iguales. En esta parte de Taramundi el "boca a boca" es algo limitado, y el contar con esta promoción en Internet ha sido muy eficaz. Además, no sólo ha hecho que venga gente nueva, sino que los que vienen una vez, normalmente repiten. Nos enorgullece ver como vienen desde Oviedo, desde Gijón y de Avilés para disfrutar de la experiencia que proponemos, a nuestros clientes no los importa conducir dos horas para comer con nosotros, y eso es de agradecer.

- Habla de experiencias cuando se refiere a su propuesta gastronómica...

Nuestro objetivo principal es que la gente que venga a Los Arándanos no lo haga para "llenar su tripa", por decirlo de alguna manera. Queremos que para ellos sea toda una experiencia que comienza en el momento en el que se bajan del coche y finalice cuando están comiendo y pensando en la próxima vez que van a venir. Nos ha pasado más de una vez que gente que tenemos en el comedor nos comenta que está ya planeando su próxima visita, con quién la hará, qué va a pedir, etc., y eso demuestra que estamos cumpliendo nuestro objetivo: que a la gente le guste, que se quede satisfecha, y que repita la experiencia.

- Una experiencia que fusiona gastronomía y naturaleza, dos de los grandes atractivos asturianos...

El entorno es espectacular, como salido de un cuento. La subida hasta Almallos, que es donde nos encontramos, está rodeada de bosques de robles, abedules y castaños que la gente tiene la suerte de conocer gracias a que viene a comer a nuestro restaurante. Y luego, una vez aquí, la verdad es que todos quedas impresionados con las vistas, con el paraje... desde que dejan el coche hasta que entran en el local a veces tardan un cuarto de hora porque paran varias veces a hacer fotos. Creo que hay pocos jardines tan bellos como el que tenemos nosotros a la entrada. También nuestra decoración es digna de mención, una decoración muy cuidada, fusión de estilo rústico y elegante, con unas sillas muy cómodas donde la gente puede pasar, y pasa, cuatro horas sentada disfrutando de todo lo que tenemos aquí.

- Si el entorno gusta y sorprende, la cocina de Los Arándanos no se queda atrás...

Nuestras recetas son de cocina tradicional asturiana, pero le damos nuestra personalidad e intentamos que sea lo más natural posible. Tenemos un huerto propio donde cultivamos frutos rojos, arándanos en su mayoría, ya que contamos con cinco variedades diferentes -Duke, Blue Ray, Herbet, Brigitta y Elliot-, pero también tenemos frambuesas, grosellas rojas, moras, kiwis manzanas... con esos frutos hacemos salsas, helados caseros, acompañamientos para carnes y también las ensaladas. Tenemos lechugas de nuestro huerto y con los frutos y una vinagreta especial que preparamos la gente suele quedar muy sorprendida, ya que no esperan que las ensaladas sean así. Muchas personas terminan pidiendo una al verlas. Y siempre gustan.

- Gran parte de las materias primas con la que preparan sus platos son ecológicas. ¿Es la última moda en la gastronomía?

Desde que empezamos siempre hemos intentado tener productos ecológicos, aunque en la zona en la que estamos a veces es complicado. Lo que no cultivamos nosotros intentamos que nos lo sirvan productores de localidades cercanas, creemos que hay que apoyar este sector y solemos pedir vinos ecológicos, verduras que no tengamos o incluso carnes. Nuestra cocina intentamos que sea para todos, que nuestra oferta cubra todo el tipo de clientes, tanto los vegetarianos como los celiacos, los amantes de las carnes, los que disfrutan con el pescado... intentamos que todos estén representados en la carta, y creo que lo estamos consiguiendo. El 90% de nuestras recetas no llevan gluten, tenemos gran variedad de platos sin productos animales, etc.

- ¿Por qué hoy en día es tan complicado encontrar materias primas 100% naturales?

No lo sabemos, pero de lo que sí nos hemos dado cuenta es que cuando vas a comer fuera hay mucho plato precocinado y recalentado. Muchos comensales no se dan cuenta, su paladar no lo percibe, pero sí su estómago, ya que las digestiones no son iguales. En nuestro caso podemos asegurar que todos nuestros platos son elaborados en el momento, son recetas de preparación sencilla en las que ante todo respetamos el producto. Nuestra carta no es excesivamente amplia, tampoco corta, pero para la zona donde estamos creemos que es suficiente. Todo está hecho con mimo, desde el pulpo o el solomillo, a las ensaladas o los postres caseros.

- ¿Cuál es su receta favorita?

El pitu de caleya. No lo podemos servir siempre, ya que dependemos de un proveedor externo, pero creo que es lo más representativo. Son aves de nueve meses, criadas en libertad, y a la hora de cocinarlo y comerlo se nota muchísimo. Los clientes a veces se sorprenden, lo mismo que con algunas carnes como la ternera asturiana, una carne que parece mantequilla, se corta casi sin cuchillo. Además, la servimos acompañada de cebolla confitada, salsa de arándanos y patas panaderas. El solomillo de ternera que servimos es de casi un cuarto de kilo, una ración contundente.

- En su opinión, ¿cómo han ido evolucionando los comensales?

Se nota que ahora la gente se cuida más. La fabada sigue teniendo una alta demanda, pero en nuestro local hay tantas opciones que la variedad es muy amplia. Además, al ser abierto, la gente va viendo lo que se sirve en otras mesas y acaba preguntando y, en ocasiones, cambiando de opinión respecto de lo que tenía pensado pedir, inclinándose en ocasiones a platos más ligeros como las ensaladas. La verdad es que tanto el pitu, que muchos nos dicen al tomarlo que les recuerda al que preparaba su abuela; como el solomillo IGP Ternera Asturiana, el pulpo, el bacalao o los arroces están muy solicitados. Y nuestros postres caseros gustan muchísimo. Tenemos helados de frambuesa, pastel de zanahoria, mousse arroz con leche, milhojas de nata y crema montadas al momento, hay mucha variedad. Todo en raciones grandes, que estamos en Asturias.

Qué ver en Taramundi

Foto cedida por la Sociedad Pública de Gestión y Promoción Turística y Cultural del Principado de Asturias / Pablo López

Almallos es una pequeña localidad de Taramundi, un concejo que tiene mucho, muchísimo, que ofrecer.Aparece entre montañas y valles, entre aldeas colgadas de laderas, entre ríos y arroyos, y entre bosques frondosos y verdes. Todo en la zona parece sacado de un relato mágico, hasta su famosa cascada de La Salgueira, una gran caída de agua de unos cincuenta metros, en un paraje increíblemente verde y boscoso, donde es posible que residan xanas, trasgos o algún otro ser de la mitología asturiana.

Taramundi es referencia en todoel mundo por ser uno de los núcleos pioneros del turismo rural en España. El pueblo del mismo nombre, capital del concejo, y su antigua casa rectoral saltaron a la notoriedad mediática en la década de los ochenta del siglo veinte por ser un experimento pionero y piloto de turismo rural en una zona entonces deprimida. Salió tan bien que hoy el municipio es un modelo de desarrollo sostenible a seguir, en el que el visitante disfruta de rutas a pie, en bici, etc., además de tener la posibilidad de degustar cocina tradicional de la tierra o adentrarse en el mundo de la cuchillería y las herrerías, cuya tradición se debe a la abundancia de hierro en la zona y se remonta a la Edad Media.

Los ingenios hidráulicos vinculados a la tierra, al agua, al fuego y al hierro están muy bien puestos en valor en el Conjunto Etnográfico de Os Teixois, y paralelamente ese universo del pasado lleva aparejado un buen número de oficios tradicionales que aún hoy perviven, como es el caso de la cuchillería, una de las marcas de Taramundia nivel internacional, y que puede observarse en la Casa Museo de la Cuchillería Tradicional de Taramundi, donde está la navaja más grande del mundo; o verse en vivo en algún taller. El museo del Telar también en Taramundi, el Museo Etnográfico de Esquíos, el Museo de los Molinos de Mazonovo o el centro de artesanía de Bres son equipamientos que también transportan al visitante a ese mundo de oficios y artesanía tan característico y con tanto arraigo en esta parte occidental de la geografía asturiana.

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