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Maestros y discípulos

Bastida: "Divulgar información sin contrastar plantea problemas para la democracia"

Villaverde: "La Universidad como factoría de pensamiento y fuente inagotable de conocimiento está muerta"

Por la izquierda, Ignacio Villaverde y Francisco Bastida, en una de las terrazas del departamento de Derecho Constitucional. JULIÁN RUS

El Big Data (la gestión y análisis de enormes volúmenes de datos ) es, a ojos del catedrático de Derecho Constitucional, Ignacio Villaverde, "el negocio del siglo XXI; se liga a la transparencia pero es una gran base de datos que explotan las empresas", apunta. Villaverde inició su carrera académica de la mano del también catedrático de Derecho Constitucional Francisco Bastida. Hoy, entiende, asistimos a una especie de "autismo informativo" asociado a la explosión de Internet, un espacio donde existe "un gran chorreo de información sin ningún tipo de control profesional", subraya.

Maestro y discípulo consuman hoy, con la presentación del noveno volumen de la revista "Fundamentos. Cuadernos monográficos de Teoría del Estado, Derecho Público e Historia Constitucional", una relación que se prolonga desde 1988 cuando Villaverde finalizó los estudios de Derecho, y recién fallecido el profesor Ignacio de Otto -padre del constitucionalismo en la Universidad asturiana , se puso a las órdenes de Bastida para preparar su tesis, sobre el derecho a ser informado, uno de los derechos sobre los que reflexionan los catorce expertos que participan en la publicación editada por el Parlamento asturiano y el área de Derecho Constitucional de la Universidad.

La presentación oficial será hoy a las doce del mediodía, en la Junta. En ella se analiza la teoría general de los derechos fundamentales en sus nuevos territorios y ensamblajes. Pero, ¿cuáles son esos nuevos escenarios? "Existe una inflación enorme de declaraciones de derechos que muestra la preocupación de la ciudadanía por este asunto", afirma Bastida. A su modo de ver, es consecuencia directa de una sociedad con más pluralismo social, donde aumenta la protección a las minorías. Lo clásico hasta ahora, añade Villaverde, era la reivindicación de un derecho frente al poder. "Ahora la reivindicación es para que los demás me respeten a mí y el Estado colabore en ello", apunta. De ahí nace la era de los colectivos "ofendidos", prosigue. Se criminalizan las ofensas a determinados grupos en base a cuestiones relacionadas con la libertad de expresión. Villaverde, que abordó este asunto en su tesis, resume así esta nueva realidad: "La grandeza de la libertad de expresión es que nadie te obliga a escuchar aquello que te ofende. Es algo que no implica una acción por parte de terceros". A su juicio, ningún musulmán está obligado a leer la publicación "Charlie Hebdoo" cuyas caricaturas de Mahoma generaron una airada reacción.

Mirando hacia el exterior, Bastida remarca que en Estados Unidos se protege el derecho a la libertad de expresión como "algo absoluto", esto es, "la ofensa es un elemento más de la libertad de expresión". Pero en Europa, precisa, "se va más a lo políticamente correcto". El catedrático observa un importante cambio en el derecho a la libertad de expresión como consecuencia de la irrupción de Internet en todos los ámbitos de la vida diaria. En ese contexto, advierte, "la propagación de información sin contrastar plantea problemas para la democracia". Y los líderes políticos optan por el soporte de la redes sociales para hacer llegar sus ideas a la ciudadanía. Maestro y discípulo coinciden en que se ha hecho desaparecer el debate político. "Ahora hay una diseminación de ideas. Se va más a los eslóganes, a la inmediatez", subrayan, "y se apela a las emociones y los instintos". En este sentido Bastida aprecia un exceso de celo en el "rastreo" y "sanciones" a lo que se dice en los 140 caracteres de un "tuit". "Estamos en un país de hooligans", razona el catedrático mientras que su discípulo señala como el gran reto de Internet la fijación de responsabilidades. "Las redes sociales generan una falsa sensación de intimidad", advierte Villaverde. Y en la clase política se impone "lo mediático" sobre el debate más sosegado y reflexivo. "En esta sociedad se vive a base de iconos. Hay que conseguir que no cronifique la indignación", pide Bastida.

Las recientes primarias del PSOE son a ojo de ambos catedráticos un fenómeno interesante de analizar que ejemplifica que "ha habido un rechazo grande a lo de siempre". Villaverde augura "un maremoto interno" en el partido y cree que la militancia se encuentra "sanamente crecida". El resultado, continúa el catedrático de Derecho Constitucional, es "toda una revuelta" y "un motín clarísimo". Lo que queda por delante para el nuevo secretario general es "crear un discurso no para la militancia sino para los 4,9 millones de votantes". El caladero del PSOE ahora, apunta Bastida, "se encuentra en la abstención; que les vuelva a votar la gente que no les votó y Cataluña también será muy importante pata Pedro Sánchez". Pero antes, juzga necesario que el nuevo líder aclare "su modelo de España y su programa económico frente a la demagogia de que todo está mal". El camino, plantea Villaverde, pasa por recuperar la socialdemocracia.

De vuelta a la Universidad su diagnóstico es más pesimista. "Como factoría de pensamiento y fuente inagotable de conocimiento, lo que yo mamé de Ignacio de Otto y Bastida, está muerta", enuncia Villaverde, quien reclama más apoyo del Estado para alimentar ese papel de la institución. "La Universidad solo se mantendrá si hay grupos de investigación", expone Bastida, "gente como Otín ya no dependen ni de Asturias ni de España sino de Europa que es de donde le llegan los fondos". Por ello, coinciden maestro y discípulo, el requisito para sobrevivir consiste en ser atractivos para poder captar fondos y talentos de fuera. "La Universidad es una empresa que necesita una reconversión grande; está muy burocratizada", sentencia el más veterano. "Y nos falta tropa", proclaman maestro y discípulo. El área de Derecho Constitucional suma cinco catedráticos más un sexto profesor titular ya acreditado pero donde, advierten, no llega el relevo generacional. "Yo conseguí la cátedra con 38 años pero hoy no llegas ni a titular con 50", dice el más veterano. "Detrás no viene nadie", apostilla Villaverde. "Estos años nos han desguazado". Esa realidad y las imposiciones de la Agencia Nacional para la Evaluación y la Acreditación (ANECA) les lleva a asegurar que no es posible tan siquiera crear escuela. "Hoy el maestro es la ANECA, una plantilla donde se objetivan los méritos que no deja espacio más para cumplir los requisitos de la acreditación", sostiene Bastida, quien reclama más calidad en la enseñanza universitaria y notas de corte por "la PAU no cumple su función".

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