De piel morena, complexión menuda y ojos azules Así era la asturiana del Mesolítico. Una investigación sobre el origen de los primeros agricultores europeos y la genética de sus poblaciones, dirigida por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias, evidencia la presencia de un fenotipo, hoy desconocido, entre la población femenina del Principado. El trabajo, que estudia la presencia de grupos de cazadores y pescadores del bajo Danubio, publicado en el último número de la revista "Current Biology" bajo el título 'Paleogenomic Evidence for Multi-generational Mixing between Neolithic Farmers and Mesolithic Hunter-Gatherers in the Lower Danube Basin', pone sobre la mesa la presencia de una fuerte carga genética asociada a los antiguos cazadores en los primeros grupos de campesinos del continente europeo, fruto de la interacción existente entre unos y otros.

Esos grupos de cazadores y pescadores del bajo Danubio se unieron a los primeros campesinos provenientes de Oriente Próximo. El estudio que ahora ve la luz demuestra que, a diferencia de lo que sucede en gran parte de Europa, en esta zona la llegada de la agricultura no supuso una sustitución de poblaciones, sino que se produjo una mezcla entre los recién llegados y los grupos de cazadores que habitaban la región. Para llegar a esta conclusión, se ha comparado el ADN de varios cazadores mesolíticos europeos, datados entre el 7.000 y 5.100 a.C., con el obtenido del esqueleto de un campesino del 3400 a. C. localizado en el yacimiento rumano de Gura Baciului. Este último muestra una combinación de rasgos genéticos de aquellas poblaciones con los de los agricultores procedentes de la actual Turquía que predominan en gran parte del Neolítico europeo.

Para avanzar en ese objetivo se extrajo información genética, arqueológica y antropológica relacionada con un esqueleto del 5100 a. C. descubierto en la cueva de Los Canes, (Cabrales). Dicho esqueleto corresponde a una mujer de avanzada edad, que, según se ha podido determinar a través del estudio genético, presentaba una tez relativamente oscura, el pelo negro y los ojos azules que, además, era intolerante a la lactosa. Los estudios de paleodietas y paleopatología realizados muestran que esta primitiva habitante de los Picos de Europa pertenecía a un grupo que vivía fundamentalmente de la caza y la recolección en las montañas, y que padeció durante su vida diversas enfermedades que se asocian frecuentemente a carencias alimentarias.

Según los investigadores, los grupos de cazadores y pescadores del bajo Danubio se unieron a los primeros campesinos provenientes de Oriente Próximo. El estudio multidisciplinar realizado por un grupo de laboratorios europeos, entre ellos el Instituto de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, publicado por la prestigiosa revista Current Biology, demuestra que, a diferencia de lo que sucede en gran parte de Europa, en el bajo Danubio la llegada de la agricultura no supuso una sustitución de poblaciones, sino que se produjo una mezcla entre los recién llegados y los grupos de cazadores que habitaban la región.

En la investigación ha participado el proyecto "CoChange", dirigido por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria Pablo Arias, que ha aportado la información genética, arqueológica y antropológica relacionada con un esqueleto del 5100 a.C. descubierto en la cueva de Los Canes, de Cabrales. Dicho esqueleto corresponde a una mujer que vivía fundamentalmente de la caza y la recolección en las montañas, y que padeció durante su vida diversas enfermedades que se asocian frecuentemente a carencias alimentarias. CoChange es un proyecto del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016, liderado por la Universidad de Cantabria, con participación de 67 investigadores de 32 instituciones españolas, europeas y americanas. Se ocupa de la transición al Neolítico en la fachada atlántica europea, y es en ese contexto en el que se están estudiando los restos de la cueva de Los Canes.