Javier Fernández se apartó ayer del camino hacia el futuro del PSOE asturiano anunciando una decisión que dijo tener tomada desde antes de las primarias y que el resultado adverso a sus intereses sólo "ratificó". El presidente del Principado no repetirá como candidato a secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) cuando el congreso regional renueve el próximo septiembre los órganos de dirección del partido. Al término de la reunión de la ejecutiva, ayer por la tarde, mientras una admonitoria tormenta descargaba en el exterior de la sede socialista en la calle Santa Teresa de Oviedo, Fernández anunció el final de diecisiete años en la historia del socialismo asturiano volviendo una y otra vez al principio, a buscar paralelismos y enseñanzas en el recuerdo de que él ya llegó en 2000 al liderazgo de la FSA a tratar de recomponer una organización profundamente fracturada. También se irá reclamando a los que vengan detrás, sean quienes sean, que le dejen gobernar en paz los dos años que le quedan a su última legislatura como presidente del Principado y poniendo ante los vencedores de las primarias su ejemplo de ganador que no reclama del vencido que pida perdón, sino que "se integre".

Se despidió recordando el año 2000 y aquella primera victoria suya "por un margen muy exiguo" frente a Álvaro Álvarez, entonces candidato del sector afín a Vicente Álvarez Areces. Fernández, entonces como cabeza de la facción próxima a José Ángel Fernández Villa (el mismo SOMA que esta vez fue "pedrista"), ganó aquella vez por poco "y sin embargo en los tres siguientes" procesos, subrayó ayer, "conseguimos unas mayorías que contribuyeron a dar traquilidad al PSOE". "Llegué en un momento muy complicado, con una división muy profunda, y con ayuda de todos, conseguimos sosegar al partido", apostilló.

Ahora que como entonces, vino a decir, la fragmentación es "evidente" y parte el partido al menos por tres sitios -ve una confrontación por el poder y dos visiones distintas "del modelo de organización y el modelo de Estado"-, Fernández se va con la convicción de que ha de ser otro quien busque "el apoyo del conjunto de la federación para conseguir esa sintonía, ese acuerdo, esa concordia que todos deseamos". Si deja un consejo, éste dice que "reconocer" la división es "la única manera de afrontarla".

Se irá deseando, del pasado al futuro, "un congreso pacífico", pero no necesariamente sin confrontación -"no sé si es bueno o malo que se llegue con una lista única"- y un partido que mantenga con él como presidente del Principado "la misma relación que yo tuve con el Gobierno" cuando funcionó la bicefalia en el PSOE asturiano, que fue casi siempre: mientras él era sólo secretario general y otro socialista, Vicente Álvarez Areces, el inquilino de la jefatura del Gobierno. Hasta que él rompió "la lógica" y compatibilizó los dos cargos, recordó, "lo normal fue siempre que el secretario general no fuera el Presidente". Y ahí, con Areces en el Principado y él en la FSA, "hubo acuerdo, sintonía y relación fluida. Espero lo mismo".

Lo dijo sabiendo que le queda media legislatura como presidente del Principado, dos años más tutelando una mayoría precaria de catorce diputados que no serán sostenibles sin el sustento del partido. Por eso pide poder seguir gobernando en armonía incluso si el partido en Asturias lo controlan los seguidores de Pedro Sánchez y por tanto sus adversarios. Hablando de ellos, la comparecencia de Javier Fernández llegó ayer hasta las declaraciones de Adriana Lastra, diputada asturiana afín a Sánchez, y a su convicción de que los barones que han apoyado a Susana Díaz deberían "pedir perdón" tras su derrota. "Pido perdón por equivocarme", le replicó Fernández. "Por perder, no". Recordó que "alguna vez gané" en sus 17 años de liderazgo y que en esos casos "nunca reclamé de los perdedores que pidieran perdón, sino que se integraran". Cuando uno pierde, dijo abandonando la neutralidad de presidente de la gestora que adoptó en toda la campaña de primarias, "lo que tiene que hacer es ponerse a disposición" de los vencedores.

El también presidente de la gestora se arrancó ayer a valorar el resultado de las primarias. Pedro Sánchez obtuvo, asumió ayer Javier Fernández, "una victoria muy clara y muy nítida. Más amplia de lo que yo podía prever", apostilló. Dicho eso, "después de unas elecciones internas tan abiertas y tan competidas, siempre los ánimos de la organización están sobreexcitados", apunta Fernández, que enlaza con la convicción de que ahora "lo que conviene no es generar demasiada tensión". Para coser, término de moda del proceso de primarias, el presidente del Principado pide, enredando el discurso, que "si se quiere sosegar, si se quiere negociar, hay que ser capaces de que se perciba cierta inclinación psicológica hacia el compromiso. Y eso se puede conseguir en gran medida evitando la confrontación". En la única concesión sentimental a la nostalgia dice que toma "una decisión no exenta de tristeza" y para acallar a los escépticos remarca que "quienes estaban cerca de mí sabían que yo creía que era el momento de dejar esta responsabilidad" incluso antes de la celebración de las primarias del domingo. Que "en todo caso" el resultado "no hizo más que ratificar esa voluntad que yo tenía". Se resiste a hacer balance de su liderazgo interino en la gestora, pero adelanta que "ha habido cosas duras y alguna, muy pocas, gratificante".