El homenaje a los escaladores y los guías que llevaron al Picu Urriellu al Olimpo del montañismo mundial, previsto inicialmente para este mes, se celebrará en octubre, en Arenas de Cabrales. Las enormes dificultades logísticas y el elevado coste económico que implica la organización de un evento en el que podrían ser homenajeados alrededor de un centenar de personas ha obligado a aplazar la celebración, que patrocinará LA NUEVA ESPAÑA. De hecho, hay quien aboga por acometer la empresa por partes, en cuatro o cinco años. Es el caso de Tomás Fernández, guarda del refugio de la vega de Urriellu, quien defiende esto para "vestir bien el santo" y hacer el evento más asumible y menos costoso.

Fernández sostiene que este octubre podría homenajearse a los alpinistas más veteranos, como Andrés Regil, que en los años 50 abrió la primera vía por el espolón noroeste; Ángel Landa, protagonista de la primera invernal; Jaime Cepeda, que abrió en 1955 la vía que lleva su nombre; o José Rosén, que en 1963 repitió la vía "Rabadá-Navarro" con solo dos vivaques.

El año próximo podría ser el turno de otra generación de escaladores, como Gervasio Lastra, César Pérez de Tudela, Pedro Antonio Ortega "El Ardilla", los hermanos García Gallego o Esteban Vicente (protagonista de la primera invernal en solitario por la cara Oeste), que participaron en las grandes gestas -y algunas tragedias- de los años setenta, cuando el Urriellu se convirtió en el tótem del montañismo español. Para el año siguiente podrían quedar los Tito Claudio, Nacho Orviz o Juan Somoano, que conforman la siguiente generación. Y aún quedaría un último homenaje a los escaladores que son responsables del último salto cualitativo del Urriellu, su definitiva consagración en el ámbito internacional, entre los que se encuentran los hermanos Pou, los alemanes Alexander Huber y Fabian Buhl o el belga Nico Favresse. Esta alternativa que propone Tomás Fernández, permitiría homenajear a veinte o veinticinco personas cada año,"mucho más asequible y menos costoso". Y también completar el evento con charlas u otros contenidos. Se lograría, además, mantener al Picu y a Cabrales "varios años en el candelero" y "dar vidilla a la hostelería de la zona" en una época que necesita un empujón.

Fernández señaló que el Urriellu lo es "todo" para el montañismo español. No en vano su silueta figura en los escudos de las federaciones española y asturiana del ramo, así como en los de varios clubes de montaña y grupos de escalada. "Es la montaña número uno de España". Y añade: "El Picu es mucho más que un cacho de roca, es un tótem, que significa muchísimo para Asturias. Es como Covadonga o los Lagos, algo sagrado". Fernández destacó que por este motivo requiere "un tratamiento especial". De ahí que haya un consenso no escrito, una "filosofía del respeto" que hace que quienes lo escalan "no lo taladren, ni lo maltraten, al contrario de lo que ocurre en otras montañas". El Urriellu es, según Tomás Fernández, un símbolo a la altura del Cervino en Suiza e Italia, el Cerro torre en Argentina o el Capital en los Estados Unidos. "Forma parte de esa colección de veinte o veinticinco montañas del mundo que se sitúan dentro de lo mítico".

"Por su dificultad, las gestas, los accidentes, las epopeyas, las muertes... el Picu es la montaña por excelencia. Quizá donde menos se valore sea en Asturias, lo cual me produce tristeza", señaló el guarda de Sotres, quien destacó que quizá la Administración debería darle "más importancia" a esta cumbre y buscar a través de ella "una mayor rentabilidad social, turística y económica". "Los asturianos valoramos más lo de fuera que lo nuestro", lamentó Fernández, "y así los que viven junto al mar o junto a la montaña suelen vivir de espaldas a ellas". Porc ontra, hay gente que viene de fuera "solo para abrazar al Picu y darle un beso". Y es que el Urriellu "pone a Asturias en el mapa", pero "no lo sabemos explotar", concluyó.