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FRANCISCO ALONSO FERNÁNDEZ | Psiquiatra, neurólogo y psicólogo

"Ahora mandan los hijos de los satélites de Franco, sublevados contra sus padres"

"Mi libro 'Sobre la libertad' fue muy comentado por Gustavo Bueno, que era muy amigo mío; lo conocí en televisión, en 'La máquina de la verdad'"

Francisco Alonso Fernández, en su domicilio de Madrid. MODEM PRESS

El psiquiatra Francisco Alonso Fernández (Oviedo, 1924) atravesó la infancia y la adolescencia con el estigma de ser hijo de republicano y masón, con un padre que había hecho fortuna en Cuba y que tras la Guerra vivía de cárcel en cárcel o escondido. Él se desquitó en la edad adulta, con sus éxitos personales y profesionales. Catedrático de Psiquiatría en las universidades de Sevilla y la Complutense, en Madrid, autor de más de medio centenar de libros, miembro de academias y laureado por decenas de instituciones de todo el mundo, echa de menos el reconocimiento de su ciudad.

El desengaño. "Me presenté a la cátedra de Psiquiatría de Madrid, en la Complutense, en 1967, y estuve en ella hasta 1995. Fui nombrado emérito, que entonces era algo muy difícil. Desde allí mantenía mucha relación con América Latina y Europa. Luego vino la Transición. Los que mandan a partir de entonces no son gente de las familias de los perseguidos de Franco, sino los hijos de los satélites de Franco, que se sublevaron contra sus padres. Los hijos de los perseguidos estábamos hartos de política. En Madrid tuve un gran desengaño, porque en la Complutense era como si hubiera dos facultades de Medicina, faltaba aquella unión de Sevilla y había mucha política y mucha rivalidad entre los profesores universitarios y los jefes clínicos no universitarios. La Transición fue una época tranquila en la Universidad. Antes había que hacer política en la Universidad porque fuera no se podía".

El sobrino del nuncio. "La selección del profesorado y los catedráticos de la Universidad se ha vuelto muy endogámica, mucho más que en la época de Franco. Entonces se contaba que un sobrino del nuncio se había presentado varias veces a una cátedra y no la había sacado. El presidente de mi oposición estaba rotundamente en contra mía y la saqué".

El síndrome de Otelo. "En diciembre de 2016 he cerrado la consulta y he dejado el ejercicio privado de la psiquiatría. Tenía enfermos asturianos, a los que he despedido dándoles un informe y recomendándoles a algún colega asturiano. Ahora voy a vivir de los ahorros y de las publicaciones. En octubre tengo anunciada una comunicación en la Academia Nacional de Medicina, sobre la violencia de género. Yo mantengo que la violencia de género ha emergido con el control de natalidad, desde hace 45 años. Antes eran educadas para estar sometidas. Yo recibo a la nueva mujer con los brazos abiertos, la mía era ya de la nueva ola; pero hay un 10 por ciento de los hombres a los que no les sienta bien esa independencia. Yo propongo el nombre de síndrome de Otelo para la violencia de género -género no es nada, hay género masculino y femenino-, porque en la mayor parte de los maltratos operan los celos".

Orgullo de masón. "En Oviedo nadie se acordó de mi familia ni de mi padre. Aquí, en Madrid, en el Centro Asturiano, me hicieron muchas cosas, soy 'Asturiano del año', un reconocimiento que me dio LA NUEVA ESPAÑA en 1981, 'Asturiano universal'... Yo celebraría que a mi padre le hicieran hijo predilecto de Oviedo, que lo merece. Yo tengo muchos doctorados honoris causa, pero de la Universidad de Oviedo nada. Me invitan de todas las academias de Medicina, pero de la de Asturias nada. Me invitaba Luis Estrada, catedrático de Cirugía, gran amigo y gran persona, pero ya murió. He sido invitado por casi todas las universidades españolas, pero nunca por la de Oviedo, es curioso; a lo mejor los hijos de los masones aún somos objeto de rechazo, pero yo me siento muy orgulloso de ser hijo de masón".

Un currículum inacabado. "Soy doctor honoris causa por las universidades de Montevideo, Santo Domingo, Maimónides, Buenos Aires y la Fernando Pessoa de Oporto y profesor honorario por siete universidades, Guadalajara, la Internacional del Mediterráneo, Lima, México DF, La Habana, Carabobo en Venezuela y la Autónoma de Madrid. Soy numerario de la Academia de Medicina desde 1978, el segundo en antigüedad; académico del Instituto Mexicano de Cultura, competente en Arte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; presidente o colegiado de honor de sociedades científicas de quince países europeos y americanos. He publicado cincuenta y tres libros y quinientos artículos en revistas científicas nacionales y extranjeras. Entre los temas clínicos, me he ocupado de la depresión, que no es un trastorno afectivo sino un trastorno de la vitalidad; de las adicciones sociales y del trastorno bipolar, del alcoholismo y de otros problemas sociales, como en mi libro 'Psicología del terrorismo'. He escrito varios libros de psicohistoria, que es la historia a través de un personaje, sobre Santa Teresa de Jesús, Ramón y Cajal, Don Quijote -que es casi una persona-, los Austrias, Goya... Entre los libros que he escrito están '¿Por qué trabajamos? Entre el estrés y la felicidad' y "Sobre la libertad", que fue muy comentado por Gustavo Bueno".

"La máquina de la verdad". "Bueno era muy amigo mío. Lo conocí en la televisión, en 'La máquina de la verdad', nos congregaron a nosotros y a un embajador, y salimos grandes amigos. Llevaban a un hombre que decía que curaba con las manos. Gustavo se enfadó. 'Para curar, los médicos; éste es un ignorante', le decía. Luego fui a dar una conferencia en Oviedo invitado por la Fundación Gustavo Bueno, y luego me editó algún trabajo y di una conferencia sobre Goya".

Aprender de los pacientes. "Me acuerdo de todos los pacientes que he tratado. Ahora estoy destruyendo las historias clínicas. Con los enfermos aprendí muchísimo, y aprendí de todo. Ahora, con el cierre de la consulta, cuando me despido de algunos de mis pacientes tengo que sacar el pañuelo. El mejor elogio que me han hecho es decirme que ponía mucho interés en los enfermos, y me lo decían enfermos analfabetos. En La Coruña acudía a consulta la dueña de una pensión y con ella el resto de la familia; ella decía que su marido los había hecho enfermar a todos y que para curarse lo primero es que tiene que sentirse uno comprendido. La comprensión es el método psiquiátrico número uno y consiste en captar el alma del enfermo, que debe ser aceptado y querido. Hay psiquiatras placebo y psiquiatras 'nocebo', que son los que emiten una mala sintonización. La psiquiatría, como ciencia, ha progresado muchísimo, los conocimientos ya los tenía, desde hacía siglos, pero ahora se ha vuelto una ciencia efectiva, con unos progresos descomunales. Salvo algunas enfermedades neuronales degenerativas, todo se puede resolver".

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