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EMILIO GARCÍA-PUMARINO | Diputado por Asturias desde 1977 a 1982

"Los parlamentarios de aquellas Cortes teníamos sentimiento de heroicidad"

"La campaña electoral fue una odisea, no fue fácil llegar a la gente, a la que el régimen se había encargado de decirle que la política era peligrosa"

Emilio García-Pumarino, en su domicilio en Madrid. MODEM PRESS

- Un diputado asturiano de 28 años en las Cortes históricas de 1977.

-Solo había dos o tres más jóvenes que yo. Tenía muy poca experiencia política, pero como casi todos por aquella época.

Emilio García-Pumarino Ramos tiene ahora 69 y dirige el registro de la Propiedad de la localidad madrileña de Colmenar Viejo. Es uno de los pocos supervivientes de aquellos catorce asturianos (diez diputados y cuatro senadores) elegidos en las primeras elecciones de la democracia, hace cuatro décadas. Vive en Madrid.

- ¿Por qué se metió en política?

-Siempre tuve inquietudes. Cuando estaba en cuarto de Derecho me nombraron delegado de curso y me tocó vivir el estado de excepción en 1968. La Facultad de Derecho era más bien conservadora, pero montamos una huelga. Recuerdo que convocamos una asamblea y allí la mitad de los asistentes eran policías. Me detuvieron, me esposaron y a comisaría, la que está frente al Reconquista. Me pasé un día en el calabozo, los policías me decían que lo que yo tenía era un empacho de literatura.

- ¿Militaba?

-Lo hice tiempo después. De comisaría salí convencido de que si me metía en política iba a ser en un partido legal. Terminé la carrera, saqué plaza de registrador de la propiedad en 1974 y mi primer destino fue Luarca; dos años más tarde me trasladé a Mieres. Tras la muerte de Franco se empezaron a organizar partidos que no existían, recuerdo que venía gente de Madrid, entre ellos Camuñas y Fernández Ordóñez. Yo me incluí en el partido Socialdemócrata Asturiano, junto a Barthe Aza, entre otros. Y contaba con el apoyo de Vega Escandón, que fue quien lideró la lista de UCD.

- ¿Qué recuerda de la campaña electoral?

-Para empezar hay que decir que UCD fue un partido organizado desde arriba, como ocurrió ahora con el de Macron, en Francia. La idea central era la del consenso. Aquella campaña fue de total improvisación a base de la ilusión de mucha gente. Fue una odisea, no era fácil llegar a los ciudadanos porque durante mucho tiempo el régimen se había encargado de transmitir la idea de que la política era algo peligroso.

- Salió elegido y le cambió la vida, supongo.

-Había cogido el mes de vacaciones para la campaña. El cargo de diputado era incompatible con mi trabajo porque, además, me tocó consolidar el partido en Asturias. No era fácil encontrar militantes.

- ¿Ni siquiera con aquel éxito electoral?

-El éxito sirvió, claro, pero UCD se nutría sobre todo de profesionales liberales, y era complicado asumir que en política iban a ganar mucho menos que con el trabajo de cada cual. Fue mi caso. Cuando recuerdo la ilusión que teníamos y el sacrificio que suponía meterse en la vida política, lamento mucho las críticas frívolas que escucho ahora contra lo que llaman el régimen del 78. Los políticos de mi generación no fuimos los culpables en absoluto del actual desencanto. Fuimos una generación de manos limpias al cien por cien.

- ¿Cómo eran las relaciones entre parlamentarios?

-Todo el mundo hablaba con todo el mundo. Los asturianos nos reuníamos en una asamblea presidida por Rafael Fernández. Le conocí durante los debates electorales y, a mi edad, me parecía un señor muy mayor. Fue una figura clave que ayudó a una transición modélica. Respetuoso, dialogante y moderado.

- ¿Dolores Ibarruri?

-Entrañable. Una señora muy amable, muy callada. Era como estar al lado de la Historia viva de aquella España. Yo siempre digo que entre los parlamentarios de las Cortes de 1977 había cierto sentimiento de heroicidad. Estábamos allí, en medio de unos años nada fáciles y en un entorno de permanente riesgo de involución.

- Usted repite legislatura.

-La del 79 al 82, sí. Estuve con UCD hasta el final. Cuando el partido quebró unos se marcharon a Alianza Popular, otros al CDS con Suárez y algunos al PSOE. Pude haber entrado en cualquiera de esos tres partidos pero no quise. Tuve la sensación de que había ayudado a una misión histórica en favor de mi país y que, después de seis años, era hora de marcharse para casa.

- ¿Sigue la cuestión política?

-Estoy preocupado por el tema catalán, es el gran reto que tenemos por delante. Apenas he seguido la moción de censura y sus debates absurdos.

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