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La guía secreta de Asturias

El vigía de los coyanes

La senda verde del torrexón, que sale de Villamoréi (Sobrescobio), es un recorrido por la naturaleza hasta el mirador de Cuyacerra, desde donde se ven sus ruinas

Asturias está poblada de rincones con historia, un pasado que regresa muchas veces cuando la mirada se detiene en las piedras que aún la mantienen en pie. Tal es el caso de los restos del torrexón de Villamoréi, pero no se recomienda el acceso a su base dada la peligrosidad que entraña, tal como ya avisan los paneles informativos de la zona, al igual que los propios vecinos. Así se advierte de que "el ascenso no está señalizado ni es recomendable intentarlo, pues requiere de una pequeña trepada y de atravesar un paso aéreo peligroso". Más claro, agua.

Eso sí, se puede contemplar sin riesgo desde uno de los miradores más guapos de esta zona: el de Cuyacerra, donde la vista se pierde por la infinitud de un paisaje que llena el alma e invita a quedar allí un rato en silencio, sólo escuchando el viento, los pájaros o el eco del mugir de las vacas en los campos del horizonte. Aunque bien es cierto que, en este caso, tan hermoso es el trayecto que lleva hasta allí como el destino. Se parte de un camino junto a la iglesia y está bien señalizado. Destaca el hórreo ante el cual, y en un panel, se muestran todos sus componentes. En poco tiempo se entra ya, y en suave ascenso, por un camino que transcurre por un bosque de castaño y en poco más de un kilómetro y tras subir unos peldaños de piedra ya se puede admirar el embalse de Rioseco, con el pueblo al fondo, así como otras poblaciones y picos que están bien definidos en otro panel informativo que se descubre un poco más allá, tras llegar al mirador de Cuyacerra, desde donde ya se contemplan tanto los restos del torrexón como la presa que recoge las aguas del Nalón.

No es de extrañar que los coyanes, como se conoce a los nacidos en Sobrescobio, presuman de lugares como éste. Allí hay una pequeña área recreativa donde descansar y contemplar, por ejemplo, los restos de la torre del castillo de los Aceales, allí en la cimera de la Peña de los Moros, de origen romano y también conocido en la Edad Media como el Torrexón de Tielva, del que sólo quedan hoy los restos de su torreón principal, de seis metros de altura. Son las piedras de un vigía que, desde su creación, vio pasar legiones romanas, arrieros, buhoneros y peregrinos que iban al Salvador por una ruta transmontana entre León y Asturias, a través de las laderas sobre la otra margen del río. Y también desde allí se pueden descubrir, por ejemplo, el Picu Xamoca, las peñas La Aldea y Blanca, La Gamonal, o los pueblos de Rioseco y Campiellos. Desde este mirador sale un camino sinuoso, muy estrecho y en ocasiones tapado por maleza hacia el torreón, por lo que se recomienda finalizar la ruta en Cuyacerra.

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