Tráfico controlará durante todo el verano las carreteras más utilizadas por los motoristas, con el fin de frenar las muertes de este colectivo, que ya ha tenido que lamentar cinco fallecidos este año, la mitad de las once víctimas mortales en Asturias. Los moteros aplauden todos los controles que puedan realizarse, mientras no tengan un afán recaudatorio, pero achacan los accidentes al mal estado de las carreteras de la región, y al escaso "respeto" que exhiben hacia ellos otros conductores. En este se sienten hermanados con los ciclistas. Quizá para conjurar la posibilidad de un accidente, decenas de motoristas acuden a diario a Covadonga para que bendigan sus motos y recabar la protección de la Santina.

"Igual que con los ciclistas, hay poco respeto por los motoristas", dice Pedro Pérez Ys, tesorero del Harley Davidson Club de Asturias. "Los controles están bien mientras no acaben en una caza de brujas", añade. "Deberían preocuparse más por eliminar los baches, o quitar la pintura deslizante, como los pasos de cebra. Una vez, no me comí a una persona de milagro en uno de ellos. También es verdad que han empezado a reforzar los quitamiedos para que no nos destrocemos contra ellos. No se puede culpar al mal tiempo. Hace poco vinieron unos ingleses y se echaron las manos a la cabeza de cómo estaban las vías", asegura.

Otro motero, Pablo Rodríguez Díaz, de Asturfénix, valora que se hagan controles, "siempre y cuando los agentes estén a la vista y no escondidos tras un mato". Y es que la presencia de los guardias es suficiente para evitar siniestros.

Emilio Peña, de Ribadesella, considera importante "concienciar al motorista para que controle la moto y no al revés". Reconoce que estos vehículos, sobre todo los de racing, incitan a la velocidad, pero destaca la importancia de la actitud personal. "Algunas carreteras tienen bastantes defectos y los guardarraíles también podrían ser mejorados, pero la mayor parte depende de cómo circules", dice. Ayer, en Arriondas, hizo una parada junto a María Rozaes, Esther Álvarez y Demetrio Pérez, estos dos últimos vecino de Lena. El año pasado acudieron a Covadonga a bendecir sus motos. "Es una costumbre que pensamos que trae suerte para evitar un accidente", admiten.

Otros que ayer acudieron a Covadonga fueron los italianos Nicola Facoetti y Alberto Scotti, llegados de Milán. Han recorrido todo el norte de España hasta Portugal y ahora están de regreso. Era su primera visita a Covadonga y a Scotti no le chocó la bendición de las motos, muy habitual en su país y en Austria. Otros moteros, los avilesinos Chus Fernández y Mari García, llevaron su moto a Covadonga hace 7 años, cuando la compraron. Y de paso también el coche y los niños.

José Juan Hernández, canónigo penitenciario de Covadonga, asegura que la bendición de las motos y coches se hace desde hace mucho tiempo y es propia de los santuarios. "Las motos suelen venir por semana y hay veces que llenan todo el semicírculo de la explanada frente a la basílica e incluso más allá. Vendrán una media de veinte o treinta al día. Les damos una estampita de la Virgen de Covadonga y las bendecimos con el hisopo", indica.

No le falta anécdotas a este canónigo: "Hace poco vino, en una vespa verde, un chico de Oviedo que se había recuperado de un cáncer. Entre los coches abundan los clásicos y no es lo único que me ha tocado bendecir en Covadonga. En la cueva se suelen bendecir muchos niños, estén o no bautizados, y hace poco una chica embarazada que esperaba que su marido trajera el coche también me pidió bendición".