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La guía secreta de Asturias

A la búsqueda de los "caballos de Frisia"

El castro de San Isidro, ubicado en la divisoria entre Pesoz y San Martín de Oscos, es el único de Asturias con el sistema defensivo de las piedras hincadas

Las piedras hincadas o "caballos de Frisia" en el castro de San Isidro. A. PAREDES

Hay muchas formas de viajar y conocer el paisaje y una de ellas es buscando la historia del lugar a través de lo que en él se conserva, en este caso hecho por la mano del hombre. Tal es el caso de quienes gustan en el Principado de cuanto tiene que ver con la cultura castreña. Entre los diferentes castros estudiados en la región hay uno que, tanto por su estructura como por el lugar donde se ubica, es un lujo para los que buscan horizontes anchos y una Asturias más desconocida. Se trata del castro de San Isidro, que se ubica en la línea de cumbres que señala la divisoria entre los concejos de Pesoz y San Martín de Oscos, más o menos a unos 700 metros.

En este caso tanto el destino como el viaje en sí mismo ofrecen una sucesión constante de sorpresas que descubre el camino a lo largo de su recorrido. Hasta allí se puede llegar de diversas formas. Bien por la carretera AS-12, a través de una pista sin acondicionar, o bien desde el pueblo de Bousoño, en San Martín de Oscos, desde donde se partió en el viaje que hoy se referencia en esta página.

Además de la inmensidad de un paisaje que sobrecoge por su belleza y su infinitud, emociona también llegar hasta este lugar, único en Asturias, donde se puede admirar el parapeto de las piedras hincadas, también conocidas como "caballos de Frisia", un tipo de construcción defensiva que no se encuentra en ningún otro castro de la región. Se llama de esta forma a una disposición en punta de piedras o palos para impedir el paso de los caballos de quienes pretendían atacar el castro, de tal manera que los jinetes se veían obligados a hacerlo a pie. Con el paso del tiempo, y a decir de los historiadores, la técnica mejoró. No deja de resultar curioso que, según los expertos, su nombre esté tomado de la batalla de Groninga (Frisia) y, aunque en español y francés se opta por la denominación "caballos de Frisia", en el resto de idiomas lo llaman "caballeros españoles".

También hay una sucesión de fosos que rodean el lugar y, además de los parapetos con las piedras hincadas, se levanta una gran muralla de unos tres metros de anchura desde donde contemplar el entorno es un auténtico lujo. A decir de los expertos, el castro se fundó con fines de vigilancia de las unidades militares sobre las minas de oro que Roma explotó durante los siglos I y II de nuestra era, controlando el paso por la zona. En el interior del castro existe una estructura cuadrangular grande en comparación con la habitual arquitectura doméstica castreña.

Todo eso podremos contemplar, además de ese horizonte interminable donde no es difícil imaginarse el pasado, mirando Asturias parapetados tras los "caballos de Frisia".

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