En materia de Espectro Autista el tiempo es oro. Calcula la OMS que 1 de cada 160 niños nacidos va a tener ese problema. La prevalencia aumenta, pero ese estirón estadístico tiene que ver con la mayor sensibilidad ante el problema.

En esa carrera contrareloj el Complejo Hospitalario Torrecárdenas, el hospital de referencia de Almería, ha pegado un buen mordisco a los plazos. Lo explicaba ayer la psicóloga clínica de la unidad de gestión de salud mental de dicho centro María del Mar Sánchez Molina, primera firmante de uno de los posters presentados en el III Congreso Nacional de Psicología.

Los niños menores de seis años reciben el diagnóstico de Espectro Autista con una media de edad de tres años y dos meses. Ante la primera sospecha, por lo general planteada por la familia al pediatra del centro de salud, "es importante mantener un calendario muy estricto. Nosotros fijamos quince días como máximo para que se realice la consulta de atención de salud mental infantil". Si se confirman las sospechas se abre un proceso en el que el sistema sanitario tiene la obligación de la rapidez. "Cuanto antes nos pongamos a trabajar con el niños, mejores resultados nos esperan", señala María del Mar Sánchez.

Falsos positivos

En su radio de acción almeriense, los autores del estudio fijan en el 56% los casos en los que se produce una confirmación de diagnóstico. En otro 36% hay que hablar de falsos positivos, y queda un 8% de requiere más estudios o tiene relación con otras patologías.

"Es verdad que hay mucho falso positivo pero mejor que ante la duda la familia tome la iniciativa", recomienda la psicóloga. En el 82% de los casos es la familia la que establece la primera sospecha, según los datos del Grupo de Estudio de Trastornos de Espectro Autista (GETEA).

Es difícil que antes del año y medio de vida del bebé se visibilicen signos como para poner en guardia. Muchas veces esos signos tienen más de una interpretación. Por ejemplo, con el distinto calendario de maduración de los menores.

Pero María del Mar Sánchez Molina pide estar atentos especialmente a niños "que no reaccionan cuando se les nombra, que no se fijan o apuntan hacia ciertas cosas que les deberían de llamar la atención, que tienen la mirada un poco perdida, muy metidos en su mundo y con una actitud poco colaborativa con quienes tiene a su lado".