Costó convencerle de que tenía que dejarse ayudar y de que no podía seguir viviendo debajo de un puente. Y menos, en su estado: enfermo y en silla de ruedas. "Por favor, César, déjate querer y atenderte", volvió a suplicarse el párroco de La Fresneda, José Luis Álvarez Polvorosa, anteayer, martes, por la tarde. El sacerdote acudía a visitarle tres veces al día. "Humanamente no podemos pasar de largo", justifica. Pero, por más que lo intentaba, no conseguía que César le hiciera caso.

El jueves pasado, el sintecho ovetense ingresó en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), pero al día siguiente pidió el alta voluntaria. El viernes, los servicios sociales, Cruz Roja y el cura lograron que aceptara ir al albergue Cano Mata de Oviedo, pero el sábado por la mañana regresó en taxi al puente de La Fresneda. Pedía que le dejaran allí, tranquilo. Lo que sí consiguió el párroco es que al menos por la noche se refugiara de la corriente y el ruido en un recoveco de un supermercado situado muy cerca.

El martes, José Luis Álvarez Polvorosa consiguió persuadirle. "Su salud se había deteriorado. Sus pies estaban encarnados y con mala presencia", destacó el sacerdote. Además, César le confesó que creía que tenía fiebre. Así que los vecinos llamaron al 112 para que una ambulancia acudiera a recogerle.