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La guía secreta de Asturias

El imponente silencio del arte

La cueva de La Loja, a orillas del río Deva y muy cerca de El Mazo, en Peñamellera Baja, alberga una importante representación de grabados del Paleolítico

Aula didáctica de la cueva de La Loja. ANA PAZ PAREDES

Si hay quien sabe hacer "sentir" aquello que el hombre representó hace miles y miles de años en el interior de las cuevas, ése es Óscar Sánchez, el guía de la cueva de La Loja, en Peñamellera Baja, que desde mediados del mes de junio abre durante todo el verano para recibir a cuantos estén interesados por el arte paleolítico. Después de 19 años al frente de la misma, sigue contagiando la misma pasión y el mismo interés que el primer día a los que se acercan a este lugar para descubrir in situ el arte rupestre que contiene, datado en el periodo Magdaleniense. No es una gran cueva en cuanto a espacio, pero sí es de las más importantes en cuanto a arte rupestre paleolítico asturiano y cantábrico. Fue descubierta en 1908, concretamente el 23 de agosto, apenas cuatro meses después de la cercana de El Pindal, en Pimiango, en el concejo de Ribadedeva. En 1929 Ricardo Duque de Estada y Martínez de Moretín, conde de la Vega del Sella, realizó en esta cueva varias excavaciones.

La cueva se encuentra situada a orillas del río Deva, en una zona preciosa en un alto que domina el valle y muy cerca de la localidad de El Mazo, a dos kilómetros de Panes. Cuenta con un aula didáctica donde se informa al visitante sobre cuanto tiene que ver en la misma y donde se da respuesta a un buen número de preguntas, preguntas que a la salida y tras la visita curiosamente se multiplican. Allí se informa sobre arte rupestre, además de algunas nociones sobre arqueología y Prehistoria, tanto en Asturias como en toda la cornisa cantábrica. También se pueden ver algunas representaciones de arte mueble del Paleolítico Superior.

La entrada en la cueva impresiona e invita a seguir los consejos y escuchar con atención al guía, que convierte este viaje al pasado en único gracias a la forma en que lo vive y lo cuenta. Así, cuando la luz se apaga para escuchar el silencio y comprobar que la oscuridad se expande alrededor, la sorpresa es mayúscula cuando las linternas cobran vida e iluminan allá arriba, una pared a cuatro metros de altura, "La Torada", que son varias figuras de animales grabadas sobre un fondo que está teñido por una capa negra de óxido de manganeso. Son cinco bóvidos, seguramente uros, y un sexto que resulta difícil de identificar y que señalan como un posible caballo. Óscar Sánchez, por su parte, descubrió el año pasado el grabado de una cierva a unos 14 metros de altura, que se ha datado entre 14.500 y 15.000 años de antigüedad.

En verano abre todos los días excepto los lunes. El cupo es de 36 personas al día en grupos de 6. No se permite el acceso a menores de 7 años. Son visitas guiadas.

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