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Asturama

El niño alemán que vio nacer Ensidesa

Un convenio de colaboración entre las universidades de Oviedo y Coblenza (Alemania) trae de regreso a Asturias al profesor Peter Quirmbach

Peter Quirmbach, segundo por la derecha, junto a Carmen Blanco, Joachim Scholz y Wolfgang Imhof, en el claustro de la Universidad de Oviedo. MIKI LÓPEZ

Peter Quirmbach llegó a Asturias como componente de una delegación de profesores de la Facultad de Químicas de la Universidad de Coblenza, en Alemania, pero el viaje tenía un calado mucho más hondo que el de estrechar lazos entre universidades.

El profesor vivió sus primeros cuatro años en el Principado. "Llegué con seis meses de edad y me marché cuando había cumplido los cuatro años" y reconoce que aquel niño que retornó con su familia a Alemania lo hizo hablando algo de español. Asume que se le olvidó por completo.

Quirmbach, junto a sus colegas Joachim Scholz y Wolfgang Imhof acaban de vivir una breve estancia en Asturias, invitados por sus colegas en la Facultad de Químicas de la Universidad de Oviedo. La asturiana y la de Coblenza han suscrito un convenio de colaboración, que incluye profesores, proyectos y estudiantes.

Peter es, por así decirlo, la bisagra emocional de estos lazos universitarios. Su padre llegó a Avilés en 1960 para trabajar, recuerda el profesor Quirmbach, en la empresa Asturiana de Zinc, constituida en 1957. Es en ese año 1960 cuando de la factoría sale el primer zinc electrolítico fabricado en España.

Ensidesa, la "fabricona" que iba a cambiar radicalmente la historia contemporánea de Asturias, había nacido en 1950, pero solo sobre el papel. Dependiente del Instituto Nacional de Industria, la siderurgia no paró de crecer en aquellos años cincuenta de autarquía sui generis. La fábrica comenzó a funcionar en 1956 y tan solo un año después fue inaugurado el primer alto horno.

En la fase de construcción y primeras producciones Ensidesa necesitaba mano de obra abundante, y también cuadros técnicos muy preparados que España no era capaz de aportar. Como dato: el sistema universitario español contaba en 1960 con 76.000 alumnos, veinte veces menos que en la actualidad.

Aquel Avilés que se transformaba de pequeña villa a ciudad industrial fue el escenario en el que dio sus primeros pasos Peter Quirmbach, profesor de Química en Coblenza, ciudad capital del Estado de Renania, al oeste de Alemania, ya cerca de la frontera con Luxemburgo y Bélgica.

Peter nunca se olvidó de Asturias, incluso mantiene desde hace años líneas de colaboración con el Instituto de Materiales, el ITMA, con Manuel Miranda como interlocutor principal.

La profesora de Química Física y Analítica Carmen Blanco, ejerció de anfitriona, junto a sus compañeros Alejandro Presa y Rubén Rodríguez, y la directora del Área de Europa del Vicerrectorado de Extensión Universitaria, Maite Fernández. Los profesores alemanes tienen en Coblenza una única Facultad de Ciencias donde hay cabida para los estudios de Física, Química y Matemáticas, entre otros grados.

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