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La guía secreta de Asturias

El Campel, la braña cambiante

El concejo de Allande cuenta entre sus tesoros paisajísticos con un sitio singular que hechiza al viajero y al que se llega por el puerto de La Marta

El Campel, la braña cambiante ANA PAZ PAREDES

Algo tiene la braña vaqueira del Campel que atrapa al viajero, y ese algo cambia y se renueva con cada estación de tal forma que obliga a volver a quien se enamora de este lugar una vez descubierto. Es lo que tiene viajar por carreteras secundarias, inclusive terciarias, por el concejo de Allande, donde se descubre una riqueza paisajística que por tal motivo asombra, así como pueblos con historia y tradiciones que es un placer conocer, sobre todo porque ayudan a comprender mejor ese paisaje que nos subyuga. De todo ello, pero sobremanera de las sensaciones que hacen que unos lugares se nos queden más dentro que otros, es un buen ejemplo la braña del Campel.

A una altura de 860 metros se llega a ella a través del puerto de La Marta, entre los primeros de Asturias donde cae la nieve cuando llega el invierno. Estar allí, en alguno de los pueblos de la zona, y poder descubrir esta braña nevada, es un auténtico lujo, sobre todo para los amantes de la fotografía. Ahora bien, cuando llega el buen tiempo y el ganado puebla los altos y habita este lugar donde el sol pone brillos de plata en sus cercados de piedra y sus tejados de pizarra, de nuevo el Campel se deja querer, generosa, por el viajero que la busca. El atardecer es el mejor momento para llevársela para casa en la cámara fotográfica. Eso sí, una vez en ella, se ve un deterioro que avanza a pasos agigantados en algunas de las cabañas y en algunas murias. Ojalá que, a quien corresponda, le ponga freno para no perder esta joya etnográfica, pura historia de la Asturias vaqueira.

La braña pertenece a la aldea de Llaneces, cerca de El Rebollo, en la parroquia de Santa Coloma. A ella se llega después de seis o siete kilómetros de recorrer el puerto de La Marta en una bifurcación donde se toma el desvío a la derecha. La braña se ve una vez pasada la curva en la carretera. Cuentan los vecinos que "antiguamente a esta braña los pastores subían el ganado menor en los meses de primavera y verano, principalmente cabras y ovejas. En ocasiones los pastores dormían en la parte superior de las cabañas mientras que el ganado se guardaba en la parte de abajo para soltarlos al día siguiente por el prado y marchase a sus quehaceres. Al revés que las brañas vaqueiras de Cudillero y de Valdés, ésta no es de alzada. Hoy se aprovechan los pastos segándolos, lo que no quiere decir que no haya animales allí, que también se ven".

Paz, belleza y sosiego. Eso transmite esta braña vaqueira, un auténtico laberinto de sensaciones que invitan a quedarse en silencio para escuchar el viento, el sonido de los caballos pastando cercanos y el del propio corazón, latiendo agradecido.

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