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Pablo Alonso, que tiene financiación de la UE, lleva más de un año esperando espacio y medios

El caso del asturiano Pablo Alonso podría pasar como el "antiejemplo" de la gestión administrativa de la investigación y convertirse en paradigma de cómo la burocracia tiene una capacidad infinita para poner zancadillas al talento. Este físico natural de Grado, abandonó un puesto de investigador en el País Vasco para instalarse en Asturias. Acudió a la Universidad de Oviedo con una beca europea de un millón de euros para investigar sobre el grafeno y sus aplicaciones como material clave para la próxima revolución tecnológica.

Un año y medio después de su regreso al Principado en 2015, todavía se le ha concedido recientemente un espacio en el edificio Severo Ochoa para montar su laboratorio, pero aún no ha podido empezar a investigar ni contratar a su equipo porque carece del personal necesario, aun cuando cuenta con financiación para costearlo.

Además, la falta de personal hará que cuando consiga por fin iniciar su labor, tendrá que realizar tareas propias de técnicos y personal de laboratorio con los que no cuenta porque los equipos tecnológicos carecen de especialistas en su mantenimiento. El investigador efectuó un camino poco habitual en Asturias: el de optar por su tierra para desarrollar un proyecto contando con el dinero necesario para hacerlo. Sin embargo quizás no contaba con que las dificultades para hacer descubrimientos estarían precisamente en la falta de medios básicos.

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