El urogallo cantábrico ingresó ayer oficialmente en la "UVI" de la fauna salvaje. La Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, presidida por la ministra Isabel García Tejerina, declaró a la especie en "situación crítica", debido a su alto riesgo de desaparición. Según una reciente investigación de la Universidad Católica de Ávila, el ave perdió en los últimos veinte o treinta años el 50% de su área de distribución. Actualmente, ocupa solo 1.700 kilómetros de la Cordillera Cantábrica, entre Asturias y León. El último censo, de 2005, contabilizaba en esta área menos de 500 ejemplares, una cifra que previsiblemente ha descendido de forma radical en los últimos años.

La declaración del Gobierno confirma su propio fracaso. Seis años del proyecto "Life+" de conservación (entre 2010 y 2016) y 5,9 millones de inversión pública no han logrado frenar el declive de su población, sino acelerarlo. Junto al urogallo, entraron también ayer en "situación crítica" la cerceta pardilla, la jara de Cartagena, el alcaudón chico, la náyade auriculada, el visón europeo y la nacra común.

Todas estas especies se encuentran al borde de la extinción, según los criterios recogidos por el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Y su nueva situación se produce a propuesta de los gobiernos autonómicos y de las organizaciones no gubernamentales. La propuesta cuenta con el visto bueno de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad y ahora será aprobada mediante Orden Ministerial. Además de la titular del Ministerio de Agricultura, en la reunión de ayer estuvieron representantes de las comunidades autónomas, que pidieron al Gobierno "mayor implicación en materia de investigación". De hecho, una de las críticas a la gestión del urogallo cantábrico es la falta de fundamento científico. Desde la última estadística de 2005, no se conoce cuál es la situación real del ave en la Cordillera.

Entre las factores que explican su pérdida de distribución y de población en Asturias y León, los investigadores indican su alta depredación, competencia con otros herbívoros y su sensibilidad al cambio climático. Los responsables de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio, ya alertaron el año pasado de la incidencia de este enemigo invisible, que es el calentamiento global. Los contrastes de calor a frío impiden el crecimiento de los pollos, que ya tienen de por sí muchas dificultades para sobrevivir en el medio natural. En este sentido, la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente aprobó ayer la inversión de casi 16,4 millones en diversas iniciativas, la mayor parte de ellas para combatir el cambio climático.

¿Y qué medicina necesita el urogallo? Conectar la población oriental, la más grande, con la occidental. Para ello, dice un estudio de este año de la Universidad Católica de Ávila, es clave mejorar la gestión del monte público asturiano. Los bosques de Somiedo, Teverga, Quirós, Aller, Caso y Cangas del Narcea reúnen las mejores condiciones de alimento y de refugio para garantizar la supervivencia de uno de los símbolos del "paraíso".