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Asturama

"Iba a jubilarme y, ¡mecachis!, los nietos"

Los abuelos asturianos celebran su día mundial entre satisfechos y resignados: "Disfrutas, pero lo malo es cuando son una obligación"

"Iba a jubilarme y, ¡mecachis!, los nietos"

Esta información ha sido elaborada por: Andrés ILLESCAS (Oviedo), Alba DE PABLO (Gijón) y Sandra FERNÁNDEZ (Avilés)

-Cuando me jubilé, pensaba tener tiempo para mí misma, pero ¡mecachis!, los nietos.

Así explica la gijonesa Margarita Menéndez, de 69 años, su nueva y exigente condición de abuela. Es una más de los innumerable abuelos que en las últimas décadas han visto cómo su papel en la sociedad ha cambiado, hasta convertirles en un factor clave para la estabilidad y el sostenimiento de su familia, especialmente durante las vacaciones de verano. Hoy se celebra el Día del Abuelo, una conmemoración que en algunos países -España entre ellos- ha sido situada el 26 de julio por ser el día en el que la Iglesia católica conmemora a San Joaquín y a Santa Ana, padres de la Virgen María y, por tanto, abuelos de Jesús.

Mientras pasea con su nieto Mateo por el parque de Isabel la Católica, Margarita Menéndez señala que, aunque cuidar diariamente de su nieto sea una tarea "muy grata", conlleva un esfuerzo. "Soy abuela de siete nietos", proclama.

A sus 78 años, Teo Astorga se mantiene muy activo: es el presidente de la Asociación de Mayores de La Corredoria, barrio ovetense en el que reside. "Tengo cinco nietos que es lo que más quiero en este mundo, así que estoy ocupado todo el año", explica. "A la más pequeña la llevo y la traigo de la guardería. Luego, de tarde, se queda conmigo hasta que vienen a buscarla los padres. Con el mediano me pasa parecido, pero con el colegio. No hay nada que me haga más feliz", confiesa el abuelo. Padre de tres hijos, Astorga indica que la relación con los nietos es distinta. "No tiene nada que ver. Tras pasarte la vida peleando con los primeros, entiendes que lo que importa es disfrutar de los segundos", explica.

El gijonés Julio García, de 70 años, y abuelo de dos criaturas, subraya que "son devoción para mí". Pero matiza: "Tengo amigos para los que son una obligación, y ahí es donde reside el problema: en que, algunas veces, ser abuelo se convierte en un auténtico trabajo". También gijonesa, Mari Paz González, de 59 años, juega con su nieta Vega: "Yo disfruto la experiencia, no como otros abuelos que están saturados de un día y otro y otro... Mi marido y yo necesitamos también nuestro espacio".

Los abuelos coinciden en que las experiencias con los nietos son "únicas", totalmente diferentes a las de ser padre. De ahí que algunos, como Margarita Menéndez, asuman su posición: "A mis nietos los quiero mucho, pero sin acaparar y sin excesos. Ellos son hijos de sus padres, yo les defiendo ante todo, pero no soy tampoco de venerarlos".

Los avilesinos Carmen Granda y Edmundo Martín llevan 58 años casados y han llegado, "con pocos achaques", a los 76 y 82 años, respectivamente. Tienen -y se ven obligados a echar cuentas- 21 nietos (esperan el vigesimosegundo). "Es que los tenemos tan desperdigados que uno ya pierde la pista", admite Martín. "Ya llega un momento en que los numeras, ¿sabes? Éste es el octavo hijo; aquélla, la primera nieta; como en una carrera deportiva", explica Carmen Granda. La nieta mayor tiene 27 años; la más pequeña, tan sólo seis meses y "la manía tonta de agarrarse a las cosas". Los "tatos" no tienen prisa de que la pequeña crezca. "Los jóvenes de ahora viven pegados a las pantallas del teléfono. Antes hablábamos en las comidas familiares. Ahora, tienes que competir con los jueguecitos ésos de los móviles", lamenta Edmundo Martín, quien también echa de menos en sus nietos la pasión lectora que marcó su infancia. Su nieta mayor celebra tener "los mejores abuelos del mundo". Las fotografías de su salón recuerdan viajes por todo el mundo. Gracias a las Jornadas Mundiales de la Juventud, celebradas cada dos o tres años en un país distinto y siempre presididas por el Papa, la familia Martín Granda ha recorrido gran parte del globo. "Tuvimos mucha suerte, porque trabajamos toda la vida, pero siempre pudimos viajar", aseguraron.

Rosa López, también avilesina, cuida a cuatro de sus nietos mientras juegan por el Parche. Los pequeños hacen memoria de las actividades que despliegan con la "yaya": ir a la playa, montar en bici, excursiones al pueblo, columpios, jugar al baloncesto... Para ella, cuidar de sus nietos cuando sus hijos están ocupados no supone ningún sacrificio. No obstante, consigue sacar tiempo para sus propias aficiones: "Hago Pilates y camino todos los días. Tener mis años no te limita a quedarte en casa cuidando de los nietos todo el día. Salir a que te dé el aire es imprescindible".

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