Ignacia Álvarez nació en Berducedo (Pola de Allande) en 1945. Esta monja dominica cumple 42 años en Brasil dentro de una comunidad formada por 20 religiosas en Minas Gerais y Acre. Encargadas de una parroquia con un radio de 100 kilómetros, atienden las escuelas y los puestos de salud de las zonas rurales. Todo ello en plena selva amazónica, "donde es muy difícil vivir por las lluvias y el calor", cuenta la misionera allandesa. Pero también desarrollan un proyecto de formación musical desde hace 25 años y en el que enseñan a tocar instrumentos a jóvenes desfavorecidos. "Muchos niños que aprendieron con nosotras ahora se han hecho cargo de la dirección de esta iniciativa", relata. Lo que considera "una forma fantástica de sacar a los niños de las calles". El próximo día 8 de agosto regresa a Sudamérica para continuar su misión.