La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un sueño faraónico en busca del infinito

Un complejo de 180 hectáreas en cuya construcción participan 2.300 personas, que montarán casi diez millones de piezas

Quince mil millones de euros convierten al ITER en el quinto proyecto científico más caro del planeta por detrás de otros grandes como el Proyecto Manhattan o el Programa Apolo. Sus orígenes se remontan a 1985 cuando en Ginebra los líderes de las cuatro grandes potencias occidentales: EEUU, la URSS, Francia y Gran Bretaña, acordaron desarrollar la energía de fusión con fines pacíficos.

El ITER tiene unas dimensiones descomunales. La obra ocupa 180 hectáreas de una finca en la que se situarán 39 edificios y áreas técnicas. El corazón del complejo es el Tokamak, que estará cubierto por una estructura de siete plantas de cemento y con parte enterrada trece metros por debajo del suelo. A esto se suman torres de refrigeración, instalaciones eléctricas, una sala de control, locales para la gestión de residuos y la planta criogénica que proporcionará helio líquido para enfriar los imanes del reactor.

En total, 2.300 trabajadores participan en su construcción, encargándose del montaje de casi diez millones de piezas. Para comunicar el complejo se han construido más de 100 kilómetros de carreteras especiales que lo unen a puertos y centros logísticos. Por ellas circularán unos 257 vehículos especiales con cargas de hasta 800 toneladas.

Documentadas, son cinco las empresas asturianas con vinculación al proyecto: Idesa (Avilés), Asturfeito (Carreño), Natec (Gijón), Felguera Calderería Pesada (Gijón) y Nortemecánica (Carreño).

Compartir el artículo

stats