El pasado martes por la noche, el móvil de Agustín Ortal comenzaba a sonar. Sin siquiera descolgarlo, comprendió que aquella llamada sólo podía significar una cosa: tocaba intervenir. En cuestión de minutos, Ortal se plantó en un pueblo de Villaviciosa acompañado de su perra "Moon" dispuestos a dar con el paradero de una anciana desaparecida.
Agustín Ortal es el presidente de la Unidad Canina de Rescate del Principado, "Moon" es una pastor belga malinois adiestrada para el rastreo, y lo ocurrido el martes es la rutina habitual en este equipo de héroes asturianos.
Porque la emergencia no entiende de fechas, de horas ni de condiciones climatológicas. "Somos voluntarios en permanente alerta para ser movilizados, con lo que eso supone en nuestra vida familiar", afirma Ortal, que cuenta cómo el sacrificio reside mayoritariamente en el guía, "pues el perro lo hace de manera natural". Este grupo, nacido en 1987, tiene hoy ocho integrantes, quienes unidos a sus 15 inseparables compañeros peludos, acumulan más de mil horas a sus espaldas.
"Lo importante es que te marchas con tranquilidad absoluta después de rastrear una zona", dice el guía Jesús Gómez, dueño de "Kyra" -una golden retriever- y de "Bosco" -pastor alemán de línea checa-. La historia de "Kyra" es singular, ya que no fue instruida en el rescate desde cachorro. "Era la mascota de mi hija, pero cuando jugaba con ella en el parque veía que tenía un gran olfato". Por eso Gómez decidió hacer una prueba y descubrió que "Kyra" era ideal para buscar en cualquier área, pues "tiene mucha motivación y garra". Cuando la perra detecta un rastro, cierra la boca para mejorar su percepción olfativa y empieza a mover el rabo "porque sabe que su objetivo está cerca". "Kyra" ya cumple más de un año de trabajo ininterrumpido.
"Bosco" es otro de los protagonistas de la historia. Este pastor alemán está especializado en grandes áreas, avalanchas y nieve, porque "en escombros es más inseguro". Para avisar a su cuidador de un rastro, "Bosco" eleva las orejas y se pone a ladrar. Un gesto que Gómez entiende a la perfección después de miles de horas juntos: "el perro me conoce por completo, pero yo nunca seré capaz de hacer lo mismo con él", afirma.
Lo más dificultoso de todo es el trabajo de adiestramiento, dado que "empiezas de cachorro, y hasta que no está listo para intervenir pasan de cuatro a cinco años", cuenta el guía. Un proceso muy técnico que se desarrolla en base al juego continuo desde su nacimiento.
Con el tiempo, "el perro llega a asimilar que los errores que pueda cometer son cosa suya", sin olvidarse del premio, fin primordial en todas las actividades que desarrollan los canes. Eso sí, "se les van poniendo dificultades para no acostumbrarlos a fallar". Como el viento, uno de sus mayores obstáculos para seguir rastros, pero al que se van adaptando día a día.
Las batidas son otro mundo. Con jornadas de hasta 5 horas sin descanso que suelen alargarse hasta la noche, los miembros de la unidad han de darse el relevo los unos a los otros. "Contrariamente a lo que la gente piensa, los perros no buscan un olor en concreto, sino que están adiestrados para dar con cualquier persona", asegura Gómez. Desde que reciben la llamada de socorro, "tardamos menos de treinta minutos en llegar a cualquier punto del Principado", sostiene Ortal, el presidente de la asociación. Esto convierte a la unidad regional en una de las más eficientes y activas en España.
Volviendo al principio, la historia de la mujer desaparecida en Villaviciosa tuvo final feliz y fue encontrada sana y salva en un nuevo éxito de "la patrulla canina asturiana".
