Un varón neardental y una mujer sapiens. Ese es el inicio más probable de la hibridación que hoy en día somos los seres humanos modernos, por la cual "tenemos entre un 2% y un 4% de flujo genético neandertal", aunque haya "al menos 92 variaciones de genes entre los neandertales y los humanos modernos". Así lo aseguró ayer Marco de la Rasilla, profesor de la Universidad de Oviedo y director de las excavaciones arqueológicas de la cueva del Sidrón, en Piloña, en las que se encontraron alrededor de 400 herramientas y más de 2.500 restos óseos correspondientes a trece ejemplares -uno infantil, dos juveniles, tres adolescentes y siete adultos-.

En su conferencia, de la Rasilla explicó todo el proceso seguido en las excavaciones hasta llegar a la conclusión de que "los restos encontrados datan de entre 30.000 y 50.000 años atrás", así como que "hay evidencias de un proceso de canibalización". Además, el profesor pudo acercar datos tan curiosos como que "todos los ejemplares son diestros, menos uno que se hizo zurdo al tener un problema en la boca que le impedía trabajar con ella como su tercera mano" o que usaban palillos, al encontrar surcos entre los dientes y restos de coníferas o el uso de plantas medicinales, "lo que explica que tenían un conocimiento brutal del entorno". Todo ello gracias al "esfuerzo interdisciplinar" que permite que se hayan utilizado "todos los métodos posibles para la investigación" que permitieron incluso una recreación a tamaño real de una de las neandertales: "pelirroja, de ojos y piel claros y 1,60 de estatura". Un ejemplar, aunque masculino, similar al que hibridó, hace miles de años, con la hembra sapiens.