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El liderazgo femenino, sobre ruedas

"Con pasión y espíritu de lucha todo es posible", señala la ovetense Lucía García Linares, alta directiva de Toyota, quien echa en falta más mujeres en su sector

La ovetense Lucía García Linares. IRMA COLLÍN

"Con pasión, liderazgo y espíritu de lucha, todo es posible". Lucía García Linares (Oviedo, 1973) cree firmemente en las palabras de Didier Leroy, el presidente de la compañía automovilística que hace 12 años le cambió la vida: Toyota Motor Europe. La asturiana, ingeniera superior industrial, es directora de desarrollo de operaciones de la multinacional japonesa en Bruselas (Bélgica). Su cargo se traduce en difundir la filosofía de Toyota por los centros logísticos de Europa: el famoso "Lean Manufacturing", que significa "producir sin desperdicios". Esa forma tan particular de gestionar una empresa ha centrado incluso varias investigaciones universitarias. "Al final es un modo de vida y lo aplicas hasta en tu propia casa; veo desperdicios por todas partes", asegura entre risas la ovetense, una mujer "enamorada" de su trabajo, extrovertida y tremendamente positiva.

Su equipo está compuesto por 25 personas, aunque de ella dependen indirectamente otras 300. Casi todos son hombres; sólo hay cinco mujeres. "Es un sector muy masculino y obstáculos tuve unos cuantos. Hubo veces que me hicieron de menos. Pero al final Dios pone a todo el mundo en su sitio y yo creo en la justicia de las cosas", cuenta durante sus vacaciones en Oviedo. García Linares es firme defensora de los equipos multidisciplinares: "Creo que en el mundo técnico hacen falta muchas más mujeres para darle ese ángulo más humano e integrador". Ella demuestra su valía día a día y, con tal de mejorar, asegura que pide ayuda "a quien sea". Eso sí, siempre "desde el respeto". "Toyota se basa en dos pilares: el respeto y la mejora continua. Aquí todas las mejoras las hacemos juntos. No vale decir 'yo tengo una idea y la pongo en marcha'. No, hay que escuchar a todos".

La obsesión de la asturiana es "crear un mundo mejor" desde su puesto de trabajo. Se dedica a formar a otros para que sepan detectar problemas y buscar soluciones. "Es un proceso de mejora continua. Eso supone analizar cada mañana qué pasó el día anterior. Una vez a la semana les pido que estudien en detalle el problema más importante. Y todo ese proceso de reflexión supone un trabajo enorme", expresa.

Lucía empezó a estudiar inglés a los seis años y desde los 14 pasó en el extranjero todos sus veranos. Cuenta que siempre tuvo la inquietud de salir fuera, "de saber cómo se trabaja en Europa". "Mi madre marchó por iniciativa propia a París en mayo del 68. Los padres siempre son un referente para los hijos", dice. Y eso hizo. La oportunidad le llegó hace 17 años con Bélgica. En Toyota empezó en la parte de gestión de proyectos -"consistía en asegurarse de que todos los procesos se desarrollaban a tiempo, como por ejemplo el lanzamiento de un coche"- y fue escalando puestos hasta la dirección de desarrollo de operaciones. "Me encargo de llevar la filosofía 'Lean Manufactoring' a la distribución, que no es nuestra, es subcontratada. Tengo dos equipos: los centros de instalación de accesorios y el transporte. Tenemos riesgos de seguridad, no sólo nosotros sino todos los transportistas. Uno de mis sueños es que los conductores lleven casco en un futuro", manifiesta.

- ¿Viaja mucho?

-Sí, aunque ahora menos que antes. Empecé con esto hace tres años y llevar la filosofía Toyota por los centros logísticos de Europa requirió mucho trabajo. Ahora sigo viajando, porque me gusta estar en el terreno, en el taller. Las cosas se saben viviéndolas y palpándolas. Odio que me digan "I Think..." (yo creo). ¿Lo sabes o no lo sabes?, le digo a mi equipo. Quiero hechos.

La ovetense lidera ocho centros logísticos: Zeebrugge (Bélgica), Valenciennes (Francia), Malmoe (Suecia), Sagunto (Valencia), Derby (Inglaterra), Portbury (Inglaterra), Kolin (República Checa) y Derince (Turquía). Es madre de dos hijas, Eleonor de 8 años y Julliet de 4, y reconoce que conciliar la vida laboral con la familiar no es fácil. "Yo lo puedo hacer porque mi marido me ayuda. Pero volvemos a lo de antes: creo que muchas mujeres no pueden evolucionar en su puesto porque su entorno no se lo permite. Yo me organizo: viajo martes, miércoles y jueves. Por las mañanas siempre las llevo al colegio y los viernes por la tarde los tengo libres. Además, ahora Toyota está empezando a dejarnos trabajar desde casa". Aún así, confiesa que estar fuera de casa "es duro".

- ¿Volvería a Asturias?

-No lo sé, mi marido es belga, pero la vida da muchas vueltas. Lo que sí quiero es ayudar más a Asturias. Volver, no lo sé. ¿Por qué no? Si Toyota viniera aquí -en 1992 la multinacional japonesa seleccionó Asturias para instalar una nueva fábrica, que se llevó Gales-, sería la primera en levantar la mano. Creo en Toyota, porque es una empresa que te da mucho; es una gran familia.

No sabrá si volverá pero quiere "ayudar firmemente a Asturias" y a sus jóvenes. Es una de las socias más activas de la asociación Compromiso Asturias XXI y en otoño empezará a colaborar con la Universidad impartiendo charlas. "Contraté a muchas personas en Bruselas. Mira que siempre intentas tirar por los tuyos, pero nuestros ingenieros están muy muy verdes. Las universidades españolas están muy lejos de Europa. No cambiaron nada de cuando yo estudiaba, les falta más práctica. Los países del Este están pisando fuerte". Por eso, esas ansias de ayudar a los universitarios. "Los asturianos son gente emprendedora y positiva. ¿Por qué no lo aprovechamos?", se pregunta.

- ¿Qué le diría a los jóvenes?

-Que salgan fuera, que no se pasen los veranos haciendo nada, que no sigan viviendo de sus padres. No les animo a marcharse para siempre, pero sí de forma temporal. Porque cuando viajas, vienes con otras ideas. Aquí vives en tu mundo y piensas que las cosas sólo se hacen así. Y la vida es mucho más. Salir siempre ayuda.

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