La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El salmón transgénico llega a la mesa

Una firma estadounidense vende en Canadá los primeros ejemplares concebidos artificialmente tras 25 años de lucha en el mercado

El salmón transgénico (el más grande) dobla en tamaño al salvaje, pese a tener la misma edad. PAUL DARROW / NYT

El salmón transgénico llega a la mesa en Canadá. Una empresa estadounidense, de Massachusetts, ha conseguido vender este mes los primeros pescados genéticamente modificados tras 25 años de lucha para entrar en el mercado internacional. En concreto, la firma AquaBounty Technologies ha comercializado 4,5 toneladas de su pez artificial a un cliente de Canadá, una vez que la Agencia de Seguridad Alimentaria del país dio su visto bueno. El salmón se convierte así en el primer animal del mundo concebido mediante la ingeniería genética que se sirve en un plato para consumo humano. Además se trata de la variedad de salmón atlántico, que es justo la que recorre los ríos asturianos, aunque el descenso de su población en aguas de la región es hoy alarmante.

Sirve como ejemplo la campaña de pesca de este año, que fue la tercera con menos capturas de la historia con 538 ejemplares, 603 menos que en 2016. Los ecologistas urgen su protección en el Principado, mientras que los expertos abogan por poner en marcha un plan de recuperación de la especie, sin que ello suponga renunciar de forma inmediata a su explotación. En Estados Unidos han nadado en otra dirección, la de la ingeniería genética, que ahora está empezando a dar sus frutos y a hacerse rentable económicamente. Los empresarios del sector tienen a su favor que el salmón es uno de los pescados más consumidos en el mundo por sus beneficios para la salud. Es una fuente de proteínas, tiene un contenido lipídico similar al de los atunes así como importantes aportaciones de omega 3 y omega 6. Según datos del Ministerio de Alimentación, los hogares españoles consumen al año 49.797 toneladas de salmón fresco, congelado o ahumado.

Los pescados transgénicos están diseñados para crecer más rápido que los salvajes, de forma que alcanzan el tamaño óptimo para su comercialización en aproximadamente la mitad de tiempo. Según los investigadores, este salmón tarda unos 18 meses, mientras que el convencional necesita 30. Esto es debido a que el pez concebido artificialmente contiene un gen que hace que el ejemplar produzca durante todo el año la hormona del crecimiento. Esta característica en términos económicos lo hace aún más atractivo.

El precio de venta de los primeros filetes de salmón transgénicos fue de 11,70 dólares el kilo, según reveló Ron Stotish, un directivo de la compañía AquaBounty Technologies. Esta firma cría su pescado en tanques de agua dulce en una pequeña instalación de Panamá, aunque tiene pensado aumentar su producción en la isla del Príncipe Eduardo en Canadá, donde las autoridades locales dieron luz verde a su construcción en junio. La compañía también tiene planes de expansión en Estados Unidos, pero allí de momento nada a contracorriente.

A pesar de que en noviembre de 2015, el Gobierno aprobó la venta de salmón transgénico para el consumo humano, las voces críticas son mayoría. Una de las principales polémicas es que tanto en Canadá como en Estados Unidos, la autorización no obliga a etiquetar el pescado como genéticamente modificado, puesto que los expertos han constatado que no existen diferencias biológicas entre unos y otros. Pese a ello, activistas de ambos países han exigido a las autoridades que reconsideren su decisión y algunos de ellos han presentado incluso demandas.

El etiquetado es también el aspecto más conflictivo en Europa, donde todavía no se ha autorizado la comercialización de ningún animal transgénico para consumo humano. ¿Acabará llegando el salmón a la mesa en España? El tiempo lo dirá.

Compartir el artículo

stats