Tras el gran chaparrón del miércoles, ayer el orbayu respetó por fin a la Virgen de Covadonga. Más de 800 fieles arroparon a la patrona de Asturias durante su procesión por el Real Sitio con motivo de la segunda jornada de la novena. El recorrido, entre la basílica y la santa cueva, tuvo que ser suspendido el primer día, a consecuencia de una tormenta que descargó en el oriente más de 56 litros por metro cuadrado, y a punto estuvo de suceder ayer.

Tras la misa predicada por el cangués Jorge Juan Fernández Sangrador, vicario general de la diócesis, y presidida por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, el fino aguacero dio una tregua y la Santina pudo salir en andas. Rosa María Álvarez García, de Bárzana (Quirós), fue una de las mujeres que tuvo el privilegio de portar a la Patrona de Asturias -lució el manto rojo bordado en oro-, junto a la también quirosana Esther Muñiz Álvarez: "La Santina me llena y también la Virgen de Alba". Uno de los grupos que más atención concentró fueron los Heraldos del Evangelio, con sus característicos hábitos y botas de color negro.

Covadonga compartió ayer su fe con Infiesto. "La devoción a la Virgen de la Cueva no es para los comodones, sino para los corazones generosos que quieren llevar el Auxilio de María a los que pasan momentos difíciles". Con estas palabras cerró su homilía el párroco de Infiesto, Manuel Velasco, que marcó el inicio de la novena en el santuario piloñés. Decenas de fieles siguieron de cerca el acto en el templo, que tuvo que cerrar sus puertas durante ocho años tras registrarse un argayo sobre la casa de guardeses.