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JORDI AMAT | Filólogo y autor de "La primavera de Múnich"

"El mayor problema de la democracia española es el reto catalán"

"En la oposición al franquismo había una aceptación tranquila de la plurinacionalidad del país"

"El mayor problema de la democracia española es el reto catalán"

Intrigado por el papel de la intelectualidad española durante el franquismo y animado por los sorprendentes descubrimientos de Frances Stonor en "La CIA y la Guerra Fría cultural", obra en la que echaba en falta a los actores españoles del momento, Jordi Amat (Barcelona, 1978), escritor y doctor en Filología Hispánica, decidió indagar en "La primavera de Múnich. Esperanza y fracaso de una transición democrática" (Tusquets) una etapa aún mal estudiada de búsqueda de una cultural liberal y de una socialdemocracia civilizada como vías de escape de la dictadura. Los servicios secretos norteamericanos apoyaron con su financiación aquellas iniciativas culturales que buscaban una luz al final del túnel por más que cueste reconocerlo. Uno de los asuntos que ya se debatían entonces era una propuesta federalista que en opinión de Amat partía de "una aceptación tranquila de la plurinacionalidad del país". Han pasado muchos años y aquellos pioneros de la democracia han quedado en el olvido, cuando es a ellos a quienes se podría "apelar hoy para hallar un discurso que nos permita salir del desafío envenenado que supone la crisis de Cataluña", concluye.

-Señor Amat, ¿responde el arte abstracto a un movimiento espontáneo de los artistas o fue impulsado por los servicios secretos norteamericanos para combatir el contenido social del realismo soviético?

-El arte surgió de forma espontánea, pero su promoción sí que tuvo una intencionalidad política que se aprovechó para combatir los códigos soviéticos.

-Es muy llamativo cómo surge el expresionismo abstracto norteamericano con pintores como Pollock o Rothko y cómo Nueva York desplaza a París como capital mundial del arte. ¿Qué tuvo que ver la CIA con este movimiento dentro de su plan para enfrentarse al comunismo en Europa?

-Los norteamericanos impulsaron en Europa exposiciones de arte abstracto y ese movimiento pictórico tuvo repercusión internacional con un discurso de posguerra subyacente. Se usó la estética para el combate ideológico.

-¿Ha sido también la institucionalización de la filosofía analítica o anglosajona el resultado del impulso y del dinero de Estados Unidos para contrarrestar la filosofía marxista durante la Guerra Fría?

-Sucede lo mismo que con el arte abstracto. Se elaboró un pensamiento que le resultó útil a Estados Unidos.

-Dígame, hasta qué punto los españoles hemos sido manipulados por los intereses norteamericanos sin percatarnos de ello.

-Hablar de manipulación es exagerado, pero sí que ha habido una presencia de la cultura de masas norteamericana en la cultura española desde los años 60. Esa influencia reforzó la normalización de un discurso democrático antifranquista y contó con el Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), una institución con sede en París y vinculada a la CIA. El discurso antifranquista se fue normalizando a través de los intelectuales en una sociedad que acabó asumiendo que los valores de la democracia amparados por Estados Unidos eran los válidos.

-¿Era una operación de diplomacia cultural?

-Exacto. El CLC, donde trabajaba Julián Gorkin, identificó a contadísimos intelectuales del interior que venían del mundo oficial, a los que apoyó para contrarrestar la posible hegemonía comunista en la oposición y para consolidar un discurso de democracia liberal en España. Gorkin consiguió financiación opaca para crear un ´think tank´ de combate político antifranquista.

-El objetivo de frenar a toda costa el avance comunista, ¿salvó al franquismo que pasó de apoyar a los nazis a ser reconocido como un aliado de los Estados Unidos?

-La Guerra Fría jugó a favor de la España franquista al convertirla en una aliada militar muy operativa para EE UU. El franquismo se convirtió en un baluarte del anticomunismo.

-¿Cómo repercutió en el exilio republicano el tratado de las bases norteamericanas en la España de 1953?

-Fue una enorme decepción. No entendían que aquel país que tenía como bandera la libertad y la democracia, que debía hacer suya la causa del exilio republicano, se pusiera de parte de la dictadura franquista. Eso los hizo invisibles.

-¿Por qué resultó determinante para España ese ´think tank´, CLC, que defendía la libertad de creación y de pensamiento como un instrumento capital de la Guerra Fría?

-Durante unos años claves fue la única plataforma a la que pudieron vincularse los intelectuales y pensadores democráticos antifranquistas. No sólo se les dio la posibilidad de tener voz pública, sino también, financiación para ir madurando esos pensamientos. Lo que ellos postulaban se parecía mucho a la democracia que luego tuvimos en 1978 y ahí destaca el ensayo político de Dionisio Ridruejo que recibió durante años una beca de este congreso.

-¿Cómo empezaron a participar en los Cuadernos del Congreso por la Libertad y la Cultura intelectuales del interior como Aranguren, Laín Entralgo, Julián Marías y Dionisio Ridruejo?

-Porque Gorkin se había convertido desde mediados de 1950 en un europeísta socialdemócrata que buscaba a intelectuales que venían del franquismo, pero que pensaban en una cultura no dictatorial. Fue entonces cuando les dio voz a través de una revista que recibía financiación opaca del CLC.

-Por ahí andaban también Buero Vallejo, José Luis Sampedro y Tierno Galván.

-Sí, eso fue algo después, cuando se creó de una forma secreta un comité estable de intelectuales pagado por el congreso. Eran socialdemócratas no comunistas.

-¿Cómo desemboca todo eso en el llamado Contubernio de Múnich de 1962?

-Tanto para los que estaban en el exilio como para algunos que seguían en España buscando una salida democrática, la esperanza era una Europa unida. Había un movimiento europeo que apoyaban estos intelectuales que con la financiación del congreso posibilitó esa reunión en Múnich.

-¿Qué supuso aquel encuentro en Múnich entre ganadores y perdedores de la Guerra Civil?

-Fue la primera vez que con un afán político y explícito gente del mundo del exilio político y cultural y gente de la oposición democrática de España se atrevieron a reunirse para trazar una hoja de ruta en la que se vislumbraba cómo España debería de convertirse en una democracia. Es el primer paso para la reconciliación de las dos Españas.

-Beneficiarios de becas y ayudas del Centro de Estudios fueron muchos, entre ellos, Tierno Galván, Luis Felipe Vivanco, Joan Fuster, Juan Marsé y Carmen Martín Gaite. ¿Conocían sus protagonistas que estaban siendo teledirigidos por la CIA?

-No sabían que estaban recibiendo dinero de esa organización financiada por la CIA. No podían ni intuirlo.

-¿Lo conocen los actuales dirigentes de la izquierda en España?

-Diría que no, pero lo relevante es que como en España ha habido un sentimiento tan antiamericano no se ha digerido el hecho de que Estados Unidos ayudó a luchar contra el franquismo.

-¿Qué ocurrió en España con el debate sobre la nueva estética que pretendía alejarse del realismo socialista?

-Ese coloquio sobre la estética novelesca pensado desde París se celebró en Madrid y se produjo una discusión sobre los límites del realismo socialista y sobre las posibilidades de adoptar una estética distinta. José María Castellet reconoció años más tarde que a partir de aquel momento él cambió su manera de entender la literatura y abandonó el realismo socialista.

-¿Cómo fue recibida en España la revelación de "The New York Times" de abril de 1966 de que el espionaje de la CIA tenía entre sus beneficiarios al CLC y a lo más granado de la intelectualidad occidental y española?

-La reacción fue primero de desconcierto y desazón para pasar después a un práctico conformismo, pues eso era secundario porque su prioridad era intervenir en la situación española.

-Hubo protestas de intelectuales que dijeron sentirse escandalizados al descubrir que cobraban de la CIA. ¿Cuáles fueron las quejas de los españoles que más le llamaron la atención?

-El único caso significativo fue el de Buero Vallejo, que abandonó irritado el comité. El resto decía que se sentía engañado, pero poco más.

-¿Qué vigencia tiene hoy en el caso catalán la discusión sobre el federalismo que también se vivió en aquella época de búsqueda de una alternativa para España a la altura de los tiempos?

-La solución de mínimos de los intelectuales españoles pasaba por el federalismo. Había una aceptación tranquila de la plurinacionalidad del país. Probablemente esa solución, que se parece bastante al Estado de las autonomías, era la buena, pero lo que sabemos hoy es que no es un discurso con apoyo real. Es un problema histórico que se ha convertido en un lío insoportable.

-Después de investigar las actuaciones secretas del pasado, ¿qué intuye que estamos viviendo ahora con fenómenos como el independentismo catalán y el populismo que quieren clausurar la transición de la dictadura a la democracia en España?

-El mayor problema que tiene la democracia española desde la transición es el del reto catalán. El populismo quiere olvidar el legado intelectual de lo que se construyó en defensa de la democracia durante el franquismo. Ese olvido es un problema para el presente porque la democracia española debería legitimarse en esa gente que durante la dictadura proponía salidas democráticas. A ellos podríamos apelar hoy para hallar un discurso histórico que nos permita salir de este desafío envenenado que supone la crisis de Cataluña.

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