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La condena de los absueltos

Los exonerados de "Marea" lamentan que se haya "metido a todos los acusados en el mismo saco" y más que reparaciones piden "olvidar el mal trago"

La sala de vistas, durante una de las sesiones del juicio. LAURA CARADUJE

"Todo el mundo me ha visto ahí". La absolución de Braulio Iglesias, uno de los cinco exonerados en el fallo del "caso Marea", es sólo una forma de hablar. En realidad, lo suyo han sido siete años de condena. La "sensación de alivio" de ayer, "porque todo ha concluido y ha concluido bien, como tenía que ser", se vuelve un trago "muy duro" si en su presencia se revuelven los siete años y siete meses anteriores. En el "quién es quién" del banquillo de "Marea", Iglesias es un actor secundario que supuestamente había recibido un armario y un viaje a Barcelona de una de las empresas implicadas cuando era arquitecto interino del Ayuntamiento de Avilés. La Fiscalía retiró la acusación, que sólo mantuvo hasta el final, contra él y contra los otros cuatro absueltos, una sola de las acusaciones populares.

Inocente de cohecho desde el viernes, señalado durante la larguísima instrucción de un proceso "largo, confuso, a veces kafkiano", manchado por la sospecha durante el juicio interminable y el año largo de la redacción de la sentencia, Iglesias no ha dejado de verse sentado al lado de los muñidores de la trama en las imágenes muy difundidas del macroproceso judicial más grande que han visto las salas de vistas en Asturias. "Si es que se retransmitió por televisión", se queja. "Si es que nosotros salimos con el nombre, con el cargo y la imagen mientras delincuentes de verdad que han cometido auténticas fechorías se identifican con iniciales y la cara pixelada", protesta. En esas circunstancias, repite, "los juicios paralelos son inevitables".

Sólo quiere "olvidar el mal trago", no sin antes lamentar la perplejidad que le sigue causando saber que a él, con la dimensión minúscula que tenía su acusación, se le haya juzgado en el mismo proceso que ha condenado a abundantes años de prisión "por delitos muy graves" a los cabecillas de la intriga. "Meter todo en el mismo saco", afirma, "parece fuera de lugar".

La lectura de los fundamentos de la sentencia, que serán públicos el jueves, determinarán si cabe la demanda de alguna acción de resarcimiento de daños, aunque Luis Tuero, abogado defensor de los tres trabajadores del Ayuntamiento de Oviedo absueltos en el "caso Marea", da prioridad a que sus clientes vayan "poco a poco recomponiendo su fama y su dignidad, que es lo que se ha perdido con este proceso. Que los dejen en paz y puedan seguir con su vida normal" sin la presión de la culpa encima, sabiendo que puede que no haya resarcimiento posible y que fundamentalmente "lo que querrán será olvidarse de todo".

La situación, según su retrato, han sido cuatro, cinco años "con esa presión", enlaza, "señalados socialmente en un sitio pequeño como Oviedo" consigue que la exoneración del tribunal se respire como "una total satisfacción" que llega tarde, cuando "el mal ya está hecho" y el sometimiento a un proceso mediático demasiado largo ha tenido "muchas consecuencias personales para ellos". El resumen es de otro de los absueltos y sentencia que "no se lo deseo a nadie", que "la experiencia personal es criminal". Que "la gente te asocia a un proceso que no distingue entre lo mucho o lo poco, o la nada" de una acusación en el que "no hay causa" y que hay que ser fuerte. "El entorno es el que más padece, tú sabes lo que no hiciste, pero la familia sufre".

Los cinco sabían que lo más probable era la absolución, pero la última duda no se resolvió hasta el pasado viernes, con un fallo esperado "como agua de mayo", aprecia Luis Tuero, que únicamente para ellos es ya un punto final. El abogado esperará para hacer una valoración profunda sobre la resolución del mayor caso de corrupción de la historia de Asturias, pero de entrada el primer vistazo le devuelve la impresión de un veredicto "especialmente duro en las penas que aplico el tribunal". Tampoco le cuadra la divulgación del fallo casi una semana antes que la sentencia, o que el mismo día que se publicó el veredicto hubiera tenido que ser rectificado. "La sentencia no es sólo el fallo", abunda el letrado. Es "el modo en que se explican las condenas y los delitos y la concurrencia de los elementos necesarios en cada tipo penal".

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