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JOSÉ LUIS LLERA | Ingeniero de minas

"La minería está acabada, lo que sucedió en Asturias también pasó en toda Europa"

"Me jubilé en Hunosa en 1989 y monté una consultoría técnica con algunos compañeros otros veintiún años; nunca me gustó perder el tiempo"

José Luis Llera. RUBÉN VEGA

"Mi padre murió en 1949, se había quedado viudo 18 años antes, pero nunca se volvió a casar. Cuando falleció, yo estaba haciendo las milicias universitarias en La Granja, en Segovia. Eran periodos de verano, aprovechando las vacaciones en los estudios, pero no era fácil apuntarse. Sólo pude hacer un turno y años más tarde me llamaron para completar la mili, un año en Salamanca".

- ¿Tiempo perdido?

-Nunca tuve esa sensación. Aprendí cosas; a hablar mal, por ejemplo. Pero no. Te enseña un poco lo que es la vida. Yo lo viví de una forma un poco especial porque me llaman cuando ya me había incorporado a Ensidesa y la empresa me pasaba 6.000 pesetas al mes, complementadas con las 1.000 del sueldo militar como suboficial. El cuartel estaba cerca de la plaza de toros y me pasé un tiempo en que iba a dormir a un hotel de Salamanca que se llamaba el Monterrey. Mi hermano Alfonso se había comprado un Seat 1430, pero como ya estaba en Chile me lo dejó a mí. Así que viví una mili en hotel y con coche.

A su lado, gente aguerrida "que había hecho la guerra", y soldados rasos que llegaban con lo puesto. "Me sorprendió que era algo corriente el dar bofetadas a los soldados".

El paisaje castrense le recordó a aquel suboficial "que ejercía algo así como de cabo chusquero" un día muy lejano de octubre de 1937. La guerra civil estaba a punto de finalizar en Asturias y José Luis Llera era un adolescente de 12 años con los ojos bien abiertos al mundo.

"Comenzaron a pasar soldados al lado de casa, eran los de la IV Brigada de Navarra, que mandaba Camilo Alonso Vega y que ya iban camino de Gijón. Llevábamos varios días escuchando el ruido de cañonazos. Hubo un día en que nos llevaron a un refugio que eran tres galerías junto a las obras de un campo de aviación, aquí cerca, que nunca llegó a funcionar. En esta tierra de autoconsumo, con buena huerta, la verdad es que no se pasó hambre. Los niños notamos la guerra porque se suspendieron las clases".

De vuelta a Riosa tras la experiencia castrense, José Luis Llera participó en las últimas fases de profundización del pozo Montsacro, todo un vivero de carbón para la siderúrgica Ensidesa.

"En Riosa estuve quince años. En 1969 el Montsacro pasó a ser propiedad de Hunosa y me destinaron a una oficina de proyectos en Mieres. Veinte años hasta la jubilación, pero yo no soy de los que pueden estar sin hacer nada. En Mieres, ya desde 1960 había comenzado a dar clases de Ciencias Geológicas en la Escuela Técnica de Ingeniería Minera. Acabé sacando la cátedra, me gustaba la docencia, pero debía tener cuidado para no interferir en el horario de la empresa, que era de nueve de la mañana a cinco de la tarde. Salía de Hunosa y para las aulas, hasta las diez de la noche, incluyendo sábados. Eran muchas horas, pero conocía bien la materia, no me reportaba demasiado esfuerzo. Trabajé mucho y siempre fuera de casa".

José Luis Llera se jubiló a los 64 pero, que nadie se engañe, aquello fue sólo una falsa alarma. "Era 1989, nos juntamos varios compañeros que estábamos poco más o menos en la misma situación y abrimos una oficina de consulting en Oviedo. Otros veintiún años, nada menos. Cerramos en 2010, pero yo sigo haciendo cosas. Lo último, un proyecto que me pidieron para la mina de oro de Boinás".

José Luis y Josefina tienen seis hijos y seis nietos. Las dos mayores de esa tercera generación comienzan este curso a la Universidad: Veterinaria y Relaciones Internacionales. Es una familia multidisciplinar, con un ingeniero, un médico, un abogado, una farmacéutica, un profesor de Griego y hasta una periodista (no hay familias perfectas), derivada felizmente hacia el mundo del diseño.

- ¿Cómo lleva los 92 años?

-Llevo una vida estupenda. El único límite que me impone la edad es que he dejado de conducir, pero por lo demás, feliz. Me levanto temprano, sigo al tanto de la actualidad, somos suscriptores de LA NUEVA ESPAÑA desde que nos casamos, manejo internet, siembro patatas, y nada de recogerlas con máquina. Hay que hacerlo a mano, agachado, para que no quede ninguna bajo tierra. Nunca fui de copas, nunca comí de más y creo que uno de los secretos para llegar en buena forma a esta edad es no ahorrar esfuerzos cotidianos. Si puedes subir una escalera, para qué utilizar un ascensor.

Con Villaviciosa marcado en el DNI, José Luis Llera ejerce también de ovetense, ciudad en la que vive desde 1959. "Cuando nos casamos nos vinimos a vivir aquí. Y en coche todos los días hasta la mina. Antes, vivía en una residencia que tenía la empresa en La Foz de Morcín. Me tocó una época en que ser ingeniero suponía disfrutar de cierto rango social".

Coincidió con el Oviedo más burgués, alrededor del microclima de la calle Uría. "Una ciudad con tenía una gran actividad comercial mañanera y que mataba el tiempo arriba y abajo en el paseo de los Álamos. Siempre tuve la sensación de que en aquella época había sectores de la sociedad local que trabajaban más bien poco. Las familias bien de Oviedo sacaban a sus hijas a enseñarlas, y la gente se pasaba las tardes de copas por Uría o la calle Pelayo. A mí es que nunca me gustó perder el tiempo, la verdad".

Su primer sueldo en Ensidesa fue de cuatro mil pesetas mensuales "y no era ni mucho menos de los que más cobraba". Cuando cambiamos de Ensidesa a Hunosa el último sueldo fue de 12.413 pesetas. Ahora parece poco, pero había que ver cómo estaba la vida. En el Astoria, de Oviedo, el que ponía sobre el mostrador 25 pesetas tenía para una consumición regia, comida y bebida, lo que quisiera".

- ¿Su visión de la minería asturiana?

-Qué visión voy a tener... No queda nada, esto está acabado. Quedan cuatro explotaciones y algún negocio particular. He conocido una Hunosa con cuarenta mil trabajadores y ahora pues ya ve. Pero lo que sucede en Asturias sucedió en toda Europa. Conocí la cuenca alemana del Ruhr en un viaje que hice en el año 1960, y después volví en el 2000, cuarenta años más tarde. No quedaba nada de aquel mundo minero. El declive llegó en España con un poco de retraso, pero era inevitable. ¿Por qué se cerró el Montsacro, un pozo que vi profundizar desde el primer metro? Simplemente porque dejó de ser rentable. Da un poco de pena.

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