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La prisión asturiana echa mano de imanes moderados para frenar el radicalismo

Los 8 presos yihadistas en la región, sujetos a estrecho control por los funcionarios, que advierten de la falta de medios para atajar el problema

Uno de los accesos a la cárcel de Asturias. J. R. SILVEIRA

No se está tomando en serio la amenaza que supone tener en la cárcel de Asturias a ocho presos condenados por yihadismo, alguno de ellos con una gran capacidad de proselitismo, aseguran los funcionarios, que tienen a estos reclusos y al problema del fanatismo en el foco de manera permanente. Aseguran que no son suficientes ni cuentan con medios adecuados para atajar el problema, y que debe incrementarse la plantilla. Hay un grave problema de traductores, ya que el sesenta por ciento de las plazas está sin cubrir. Faltan además psicólogos y educadores sociales. Pese a la precariedad, se dan pasos importantes. A la cárcel de la región acuden de forma regular imanes moderados para predicar un Islam pacífico y comprometido con los derechos humanos.

El centenar de presos musulmanes en Asturias pueden ejercer "su libertad religiosa sin cortapisas", explica Luis Miguel López, presidente del sector de Administración General del Estado de CSIF, sindicato que ha convocado para el día 27 una protesta junto a la Delegación del Gobierno para exigir mejoras. Los presos no cuentan con un lugar específico de culto, por lo que suelen reunirse en celdas para rezar. Por lo demás, cuentan con un menú específico y también tienen facilidades para seguir el Ramadán.

En cuanto a los yihadistas, se incluyen en los Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES), subdivididos en tres grupos. En el grupo A están los condenados por terrorismo. Los FIES B, son los presos más proselitistas, con un rol de liderazgo. Los controles y cacheos sobre estos grupos son más rigurosos y continuos. Ocupan un Departamento Especial y se limita mucho su presencia en los patios, tratando de que se relacionen con el menor número de presos. Les está prohibido poseer cualquier tipo de grabación y los materiales escritos peligrosos se incautan.

Se les intervienen las comunicaciones, siempre con autorización de un juez, y los informes, solicitados por la autoridad judicial o las fuerzas de seguridad, son continuos: sobre sus cuentas de peculio, los ingresos que reciben del exterior o sus contactos fuera y dentro de prisión. "En los informes se intenta que no se escape ningún detalle que pueda ser efectivo para las investigaciones", indica Luis Miguel López.

Además, se intenta resocializarlos. Este control se realiza por un grupo de funcionarios con experiencia en el tratamiento de presos terroristas. No se olvide que la prisión asturiana fue clave en el proceso de reinserción de presos como Valentín Lasarte o Iñaki Rekarte.

Hay un tercer grupo, que sería el de los "radicalizables", los presos más vulnerables a los mensajes yihadistas, sobre los que también se ejerce un fuerte control. Se trata de delincuentes, implicados en delitos contra la propiedad o de tráfico de drogas, pero con la característica de que carecen de arraigo familiar y formación suficiente para resistir el influjo radical. "Se precisa de una intervención integral, atendiendo a los diversos perfiles", indica Luis Miguel López. Este sindicalista indica que hay malestar entre los funcionarios porque no se está tomando en serio la amenaza. "Los programas de prevención no se hacen solos. Se necesita invertir más, que los funcionarios recuperen el poder adquisitivo, cuenten con medios coercitivos y uniformes en condiciones, que haya formación y un sistema de promoción adecuada", añade.

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