Al partir, la ejecutiva saliente de la Federación Socialista Asturiana (FSA) deja un recado indirecto a sus sucesores. La memoria de gestión del último mandato de Javier Fernández, que habrá de ser votada por los delegados en el congreso autonómico dentro de diez días, trata de explicar las dificultades de entendimiento que el PSOE asturiano ha encontrado a su izquierda y entre otros motivos encuentra "la pulsión antisocialista" de Podemos. Remite la aversión de la formación morada, dice el texto, casi a la esencia fundacional de su sucursal asturiana, donde cunde, a su juicio, "un antisocialismo sindical y político de muy larga incubación".

Como en una respuesta anticipada al nuevo secretario general, Adrián Barbón, que ayer veía factible sumar a Podemos Asturias a la "línea de diálogo abierta en Madrid" entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el informe trata de explicar por qué las cosas entre unos y otros no son en el Principado como en el resto de España. "Son estas cuestiones objetivas las que explican en parte que las dificultades para un acuerdo parlamentario con Podemos estén siendo mayores que en otras comunidades autónomas", expone la memoria. Busca ejemplos y encuentra algunos "bien clarificadores" en la Junta y el Ayuntamiento de Gijón. De un lado, "las actitudes" en el parlamento, "disimulan centrarse en la figura del Presidente" para "impulsar, dado el fraccionamiento parlamentario, coaliciones negativas que propician el veto funcional"; de otro, en Gijón "se prefirió dejar gobernar a Foro, justificándolo con el enfangamiento de la reputación del candidato socialista", el recién derrotado en las primarias José María Pérez.

El capítulo sobre "la fragmentación de la izquierda" reincide además en uno de los mantras socialistas de la legislatura, la sospecha de una "conexión o solapamiento de una parte del electorado de Foro y Podemos" igual que ambas formaciones comparten aquella "pulsión antisocialista" de la que habla la memoria.

De lo que el informe no habla, y la ausencia ha levantado ya ampollas en el sector más afín a Barbón, es del cisma que abrió el comité federal del 1 de octubre, de la profunda división que generó y del protagonismo que hasta ahora secretario general, Javier Fernández, asumió en aquella crisis como presidente de la gestora.