Ningún aficionado oviedista podrá olvidar la fecha del 31 de mayo de 2015, cuando el equipo ascendió a Segunda División y la ciudad vivió una apoteosis festiva. La fiesta terminó sin embargo a golpes en un bar de la calle Rosal. Una joven y su amigo recibieron una brutal paliza a manos de un grupo de jóvenes. Él se llevó la peor parte: le rompieron un pie y le dejaron graves lesiones por las que tuvo que estar hospitalizado varios días. Aún le quedan secuelas. A ella también la golpearon, tras lanzarle insultos aludiendo a su condición sexual. "Empezaron a llamarme 'lesbiana de mierda', 'tortillera', 'bollera'. Luego me arrastraron al exterior del bar. Uno me agarró por el cuello fuertemente, no me podía mover y vi su cara de satisfacción mientras me tenía agarrada. Luego comenzaron a darme patadas en la cara y por todas partes", aseguró ayer una de las víctimas Ariadna C. B. Su amigo y antiguo jefe, Antonio José S. F., llegó a peder el conocimiento a consecuencia de las brutales patadas y puñetazos que recibió, cuando intentó defender a la mujer.

No conocían a los agresores. La mujer ató cabos y relacionó esta agresión con un incidente que tuvo unas horas antes con una antigua cliente del local en el que trabajaba de camarera. Asegura que miró en la página de Facebook del hijo de esta otra mujer y allí encontró una foto con los agresores, lo que le permitió presentar denuncia. Ayer se sentaron en el banquillo del Juzgado de lo penal número 2 de Oviedo, pero los presuntos agresores negaron la mayor. No estaban en la calle Rosal cuando se produjo la agresión ni conocían de nada a las víctimas. Hasta se llevaron a un ingeniero informático, experto en geolocalización, quien indicó que los teléfonos de los acusados no estaban en la calle Rosal cuando se produjo el brutal ataque.

Ante este informe pericial, y la declaración de algunos testigos, como el dueño del bar en el que se produjo la trifulca, quien aseguró que la pareja había estado buscando camorra toda aquella noche -"Él llegó a sacarse sus partes delante de todo el mundo", aseguró-, el fiscal Enrique Valdés-Solís, que solicitaba año y medio de prisión y cerca de 20.000 euros de indemnización, decidió retirar los cargos.

Las defensas, a cargo de los letrados Fernando de Barutell, Juan José Astorgano, Manuel Serrano y Berlamino Alejandro Rodríguez, mantuvieron que sus clientes no estaban en la calle Rosal cuando se produjeron los hechos y que los denunciantes se habían confundido de agresores.

La acusación particular mantuvo su petición de tres años y medio de prisión para los tres presuntos agresores materiales de la pareja. También para un cuarto amigo de éstos, que no estaba presente, y la madre de este último joven -acusada de maltrato de obra-, por inducir a la agresión. El juicio quedó visto para sentencia.