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Cambio de ciclo en el socialismo asturiano

El legado de Javier Fernández en la FSA

El secretario general saliente deja una organización cuyo mayor reto vuelve a ser, 17 años después, recuperar la unidad tras su año más convulso

Fernández da la mano a José María Pérez tras perder éste las primarias del pasado domingo.

"Si gano, iré a donde sea; su pierdo, iré a mi casa". Javier Fernández pronunció estas palabras cuando presentó su candidatura por primera vez a la secretaría general de la Federación Socialista Asturiana, en noviembre de 2000. Casi 17 años después afronta sus últimos días al frente del PSOE regional tras ver cómo en mayo pasado Pedro Sánchez salía victorioso de las primarias federales sobre la que había sido su opción clara, la andaluza Susana Díaz. El también presidente del Principado todavía deberá someterse a su último examen orgánico, la votación en el congreso regional sobre la gestión llevada a cabo por su ejecutiva en esta última etapa, marcada por el año más convulso en la historia reciente del PSOE.

El adiós de Javier Fernández da pie a pie a una radiografía de la gestión orgánica y política del secretario general que más tiempo ha permanecido al frente de la federación asturiana. Su predecesor en el cargo, Luis Martínez Noval, estuvo 12 doce años a los mandos de la organización regional.

Primer partido de la región. Javier Fernández deja la FSA como la fuerza mayoritaria en Asturias en los ámbitos autonómico y municipal. Durante su etapa como secretario general los socialistas han ganado cuatro de las cinco elecciones autonómicas y han mantenido la hegemonía en el mapa municipal. En dos de esas victorias autonómicas el cartel electoral correspondió al propio Javier Fernández (2012 y 2015) mientras que en las otras dos el "número uno" fue Vicente Álvarez Areces (2003 y 2007). La única derrota socialista en los comicios al Principado de estos 17 años llegó en 2011 cuando Francisco Álvarez-Cascos sacó un escaño más pese a sumado mil quinientos votos menos que los socialistas. No obstante, las dos últimas victorias que han permitido a Javier Fernández ser presidente regional tras sendas investiduras, tuvieron el lastre de la pérdida de votos. De hecho, en las elecciones de 2015 el PSOE asturiano cosechó su peor resultado autonómico, con unos 142.000 votos, que se tradujeron en un porcentaje del 26 por ciento, casi cinco puntos por encima del PP y siete por delante de Podemos pero seis por debajo de los obtenidos cuatro años antes y 17 puntos menos que antes de la crisis económica. En los ayuntamientos, donde la FSA saca el músculo imprescindible para su implantación autonómica, los socialistas mantienen su hegemonía con casi medio centenar de los 78 consistorios de la región, muy por delante del PP e IU, que apenas alcanzan la decena cada uno.

La sangría de afiliados. El secretario general electo, Adrián Barbón, advirtió en la campaña interna la necesidad de recuperar el terreno perdido en la afiliación a las 74 agrupaciones que el PSOE tiene abiertas por toda Asturias. "Hay que buscar recetas porque perdemos militantes a chorros; en Asturias dos mil afiliados en 10 años", declaró el nuevo timón del socialismo asturiano a LA NUEVA ESPAÑA dos días antes de ganar las primarias. La FSA llegó a superar los once mil afiliados cuando el PSOE decidió poner orden sus censos en todo el país pero la pérdida de militantes ha sido mucho más acusada en el conjunto del país, donde se pasó de unos 400.000 afiliados a los alrededor de 188.000 con que cuenta en la actualidad. De hecho, Asturias es con Extremadura la federación con más afiliados por habitante de todo el país.

La división interna, asignatura a superar. Cuando Javier Fernández asumió las riendas de la FSA, la organización venía de una crisis interna sin precedentes. Basta recordar que el Grupo Parlamentario Socialista, capitaneado por María Luisa Carcedo, había votado en contra del Gobierno regional de Vicente Álvarez Areces por el conflicto con la ley de Cajas y el control de Cajastur de telón de fondo. Javier Fernández contó en aquel congreso con el respaldo mayoritario del sector guerrista (entonces no existían las primarias en los estatutos del PSOE) y en su primera ejecutiva estuvieron, entre otros, María Luisa Carcedo, Faustino Blanco y una joven Adriana Lastra, hoy "número dos" del PSOE de Pedro Sánchez.

La política da tales giros copernicanos que los apoyos de entonces se han tornado en las voces más críticas a su gestión, una situación en la que influye el papel de Javier Fernández en la gestora decidida en el comité federal del 1 de octubre, punto de inflexión para el socialismo asturiano y federal. Algunos de los que en 2000 apoyaron a Álvaro Álvarez, el rival "arecista" que disputó la secretaría general a Fernández, son los que ahora defienden la gestión de la última ejecutiva de Javier Fernández, como es el caso de José María Pérez.

El nuevo secretario general, Adrián Barbón, tiene por delante una tarea similar a la de Javier Fernández diecisiete años atrás: rebajar tensiones internas, apaciguar ánimos y recuperar la cohesión de una federación que en apenas año y medio tendrá que batirse en una triple convocatoria electoral: en la primavera de 2019 coincidirán las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Y si todo discurre conforme a los estatutos los socialistas tendrán que organizar antes sus primeras elecciones primarias abiertas a simpatizantes para elegir a su próximo candidato al Principado. El cónclave regional del próximo fin de semana empezará a despejar incógnitas de los nuevos tiempos en la FSA.

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